Dos futbolistas de perfil opuesto definen buena parte de lo sucedido ayer en la primera de las cuatro peleas entre Real Madrid y Barcelona. Las presencias o las ausencias el miércoles en la final de Copa de Mesut Özil, en el bando blanco, y de Carles Puyol, en el azul y grana, serán trascendentes. El capitán azulgrana, no obstante, arrojó este domingo en rueda de prensa dudas sobre su presencia en la final de Copa. "Ahora mismo es difícil", aseguró.
El talentoso centrocampista entró en el campo cuando el cuando el defensa por antonomasia había pedido su sustitución. El primero se perdió una hora de partido, en la que su equipo sufrió sin balón ni ideas para hacer daño, mientras que el segundo desvió las llegadas de Cristiano o de Di Maria con su anticipación o solo su presencia.
Con Özil sobre el campo y con solamente 10 futbolistas, el Madrid encontró la luz. El alemán se impuso en esa media hora a la tendencia de su equipo de enviar balones kilométricos a la carrera. Sujetó la pelota, levantó la cabeza, inventó regates y progresó con criterio. Todo el fútbol que había despreciado hasta entonces el Madrid brotó en circunstancias muy difíciles para la causa blanca. La decisión de su entrenador, alabada por muchos y criticada por otros, acaso una minoría, deberá ser distinta en el partido que da o quita la Copa del Rey.
A pesar de las alabanzas. La apuesta de Pepe, un portento nunca visto de explosividad física en hora y media descomunal consiguió el propósito de ahogar a los azugrana -cegó también a Alonso, por cierto-, pero el secuestro de Özil en su banquillo debería ser irrepetible en Mestalla. La buena lógica invita a ponerlo sobre el césped, también seco y lento de estadio valencianista, y si quiere sacrificar a Di María, a Benzema, a Khedira. La física que promueve el asombro por las condiciones de Pepe deben equilibrarse con la química exquisita que derrama Özil. ¿Cree usted que será titular en la final de Copa?
El peligro de Özil se manifestó en el arrebato final de un Madrid orgulloso como su historia, pero precisamente a partir de que el gran capitán culé se palpara la zona trasera de su muslo izquierdo y solicitara el cambio. La apuesta del Barcelona, esa arma secreta llamada Puyol se manifestó como una fuerza básica en el juego de los azulgrana. En sus tres meses de ausencia por lesión, el Barça se había desfigurado levemente, aunque recompuso su figura mientras Abidal vino al rescate. Con la enfermedad del francés, el Barcelona anduvo más cerca de la zozobra. Y no se resiente el concepto defensivo, sino que influye con fuerza en el todo, en los sistemas ofensivos también.
Con Puyol, Piqué se siente reforzado. Más seguro. Hasta echa una mano en la conducción de la pelota desde atrás hasta anexionarse al centro del campo para disolver la presión del rival. Sin él en el campo y de nuevo con ese remiendo incompleto de Sergio Busquets en el centro de la defensa, el Barcelona perdió control en el centro y se defendió peor. Los factores psicológicos -defender la ventaja, jugar con el freno de mano- influyeron menos que los futbolísticos, el enorme radio de influencia que desapareció con Puyol en esa última media hora de lucimiento de Özil.
¿Jugará Puyol en Mestalla? Todo indicaba que su abandono no se debió a una lesión, a pesar de que fuera retirado en camilla -más que nada por estirar el cronómetro con el marcador a favor-, sino al cansancio por entrar en la batalla más intensa de la Liga después de haber visto por la televisión los últimos 18 partidos de su equipo. Pero el capitán azulgrana ha asegura que "es difícil" su comparecencia en la final del torneo copero.
Guardiola lo considera imprescindible, sus compañeros también. Por lo que dijo el técnico en la sala de prensa del Bernabéu, su dolencia no es para inquietarse. Y aunque en Mestalla volverá a estar operativo Javier Mascherano, que cumplió sanción en la Liga, su ubicación en el centro de la zaga -parche que se valoraba antes de la aparición súbita de Puyol- no debe darse por cierta. El gran capitán quiere sudar antes de levantar el trofeo. Con permiso de Özil, Pepe, Cristiano y el resto.
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