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martes, 8 de julio de 2014

Sexo en el agua: dónde y cómo practicarlo

Añádase agua al gusto. Esta sencilla receta, aplicada a la sexualidad, resumiría las fantasías sexuales de una gran parte de la población cuando llega el verano: la tendenciaunderwater, que si el resto del año se limita a la bañera o a la ducha, con las altas temperaturas se extiende a playas, ríos y piscinas. Sex on the Beach es el nombre de un cóctel –y eso ya nos da una idea de que se trata de algo bucólico y agradable para la mayoría– y de una canción, pero también de una tarea para muchos ineludible, que el cine se ha encargado de subrayar y magnificar.

Mi escena favorita de sexo en el agua, en la gran pantalla, corresponde a la película Adiós Emmanuelle (1977), que se rodó en las islas Sheychelles y que catapultó a ese lugar como destino romántico para lunas de miel. Contrariamente a mucha gente, que piensa que las películas de Emmanuelle son horteras, yo las considero una versión erótica tipo Asterix y Obelix, en la que una protagonista viaja por el mundo teniendo una serie de aventuras, en este caso sexuales, en decorados maravillosos, con actores y actrices naturalmente guapos y con una fotografía similar a las de las producciones de moda. Elegancia, naturalidad y erotismo; una combinación difícil de encontrar en nuestros días. La fantástica escena del polvo acuático entre Sylvia Kristel y François Leterrier fue sin duda el mejor reclamo turístico para estas islas de arenas blancas y luz cinematográfica. La piscina (1969), con Alain Delon y Romy Schneider, aunque no contenía escenas subidas de tono, sabía plasmar a la perfección la erótica del agua y el verano, y sugería todo lo que se puede hacer cuando se es joven y guapa, como Romy, y se está con un espécimen como Delon en una casa apartada, con jardín y piscina, y hace tanto calor que la ropa sobra. El color de la noche (1994), con Bruce Willis y Jane March, pasó también a la historia por sus momentos pasados por agua. Era el tiempo en que Hollywood explotaba el erotismo y la cinta contenía escenas de sexo submarino, bastante explícitas, en una piscina, esta vez de diseño.

La tendencia 'bajo el agua' cuenta ya con su propio género dentro del cine porno, que puede estudiarse a fondo en webs como sexunderwater.com, a medio camino entre una película X y un documental de Cousteau sobre el apareamiento de las ballenas blancas. Resulta curioso cómo el sexo bajo el agua pierde su connotación más guarra para adquirir un tinte científico, aséptico y de cienciaficción, que no pone demasiado, pero que sin duda cuenta con su club de fans. Como las acrobacias de Houdini, cuando se tiraba atado con cadenas a un tanque de agua, una está más pendiente de si los protagonistas de la cinta podrán salir vivos y seguir respirando, que de sus hazañas sexuales.

Lo maravilloso del medio acuoso es que su menor gravedad permite experimentar, en parte, el efecto cápsula espacial y probar así posturas nuevas, imposibles de realizar en tierra firme. Por unos momentos uno se convierte en un ser sobrenatural y puede llevar a cabo hazañas impensables en el mundo real. Los hombres pueden cumplir otra de sus fantasías que es la de sostener en peso a la mujer durante la penetración, sin tener que acabar necesariamente en la consulta del traumatólogo. Las piscinas, con sus barandillas y escaleras interiores, facilitan la libertad de movimiento. Eso sin contar con todos los accesorios fluviales o marítimos: piraguas, pedaletas, barcas, tablas de surf, que nos permiten alejarnos de la costa, además de constituir un soporte para nuestras performances. Si aun así, uno es pillado in fraganti en pleno acto, hay que asumirlo con elegancia y estilo y no caer en la rabieta de Leticia Sabater al ver un vídeo suyo retozando en una playa. Yo diría que es lo más digno que ha hecho nunca. Otra opción es decir que se pertenece a la asociación FFF (Fuck for forest) que promueve el sexo en espacios naturales y hace vídeos porno con el fin de recaudar dinero para salvar los bosques del planeta. Así uno, en vez de ser tomado por un degenerado, pasa a ser clasificado como un ecoactivista, lo que siempre es más comprometido, aunque no estoy segura de si mejor a ojos de las autoridades competentes.

Dónde y cómo practicarlo

Para que esto no ocurra, existen ya rankings de las mejores playas para hacer el amor, especialmente elegidas por estar apartadas del gran público, por su belleza y por su limitada accesibilidad, ya que a muchas de ellas solo se puede llegar por mar o tras una caminata. El primer puesto es para Koh Phi Phi Island, en Puket (Tailandia), donde se grabó La playa (2000). Le siguen Colomber Beach, en San Bartolomé, accesible solo por barco, y que cuenta con la leyenda de que David Rockefeller sedujo a muchas mujeres por esas costas, ya que contaba con propiedades en la zona. El tercer puesto es para Pink Beach, en Antigua, y le siguen Wildcat Beach, en California; Majahuitas Cove, en Puerto Vallarta (México), y Mondello Beach, en Palmero (Italia).

A la erótica del entorno paradisíaco y la brevedad del verano se le suma el hecho de queel calor y el agua relajan los músculos e intensifican las sensaciones perceptivas. De alguna manera volvemos al elemento liquido, nuestro medio natural durante miles de años –algunas teorías evolutivas apuntan a la existencia de una fase acuática o anfibia del antepasado humano– y en el que permanecemos nueve meses antes de llegar a este mundo.

Lo que sí hay que tener en cuenta a la hora de montárselo en el líquido elemento es que se puede necesitar un lubricante, ya que el agua hace que la lubricación natural se diluya y que las penetraciones sean menos suaves y placenteras. Si se utiliza preservativo, hay que ponérselo antes de entrar en el agua y comprobar, de vez en cuando, que todavía está ahí, ya que en este medio puede salirse con mayor facilidad. La sal o el cloro de las piscinas pueden también ser un pequeño inconveniente, ya que pueden producir irritaciones. Teniendo en cuenta estas observaciones, hay todo un mundo de posibilidades que explorar.

Si el problema es que uno está solo y no encuentra a nadie para secundarle en sus aventuras, siempre puede recurrir a la autosuficiencia o a la industria del juguete erótico, que ya fabrica muchos de sus vibradores y complementos con la etiqueta de waterproof.

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