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martes, 15 de julio de 2014

El drama español de la desnutrición infantil que algunos no quieren ver

Lejos de La Moncloa, lejos del hemiciclo del Congreso, lejos de la Puerta del Sol, existe un submundo de 'tuppers' que van de aquí para allá, un trajín de bolsas de merienda que pasan de mano en mano,una red de favores cotidianos que está sacando adelante a muchas familias españolas.
Niños que piden lonchas de pavo de más en el colegio porque en casa hay poca 'comidita'; abuelas que se van a la cama con una infusión para que puedan cenar sus nietos; madres que apenas se acuerdan ya del sabor de la carne o el pescado. Es el mapa de la desnutrición en España cuyos accidentes geográficos muchos no quieren ver.
Ahora en verano, tras el cierre de los comedores escolares, numerosos niños se han visto privados de su única comida completa al día. Para paliar esta situación, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, recomendó a las comunidades autónomas que los comedores escolares atendiesen en la época estival a los menores en situación de mayor vulnerabilidad.
Algunas comunidades, como Canarias o Andalucía, sí recogieron el guante de Becerril, pero otras como Galicia, la Rioja o Madrid,hicieron oídos sordos. De hecho, el consejero de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, descartó la apertura de los comedores escolares en verano al considerar que en esta región no existe problema alguno de desnutrición entre los estudiantes.
Si Laura tuviese cara a cara a Salvador Victoria y a muchos otros políticos, les pediría que se diesen un paseo por la España real, pero no en el coche oficial ni con escolta, sino a pie, despacio y mirando a la gente: "Que salgan de la nube, que se den una vuelta por los colegios y las asociaciones de Madrid y vean lo que hay, cómo está la gente y cómo lo pasan de mal. Que no piensen tanto en ellos y en llenarse los bolsillos. Si quisieran arreglar algo, ya lo habrían hecho. Como lo de abrir los comedores escolares en verano. ¿Qué hacen las familias que tienen a todos sus miembros en paro o que ya no tienen prestaciones? ¿Qué comen? El Gobierno tendrá que ayudar. Deberían tratarnos mejor y no recortando lo más esencial como la sanidad y la educación. Es una vergüenza".

Programa de becas de Educo

El 'tupper' de hoy de Laura lleva alubias con carne. Esta joven, de 37 años, sobrevive en verano gracias al campamento urbano que organiza la Asociación Solidaridad con Madres Solteras con la financiación de CaixaproInfancia, del Ayuntamiento de Madrid y de las becas de la Fundación Educo, que ha lanzado un plan este verano para alimentar a los niños españoles en riesgo de exclusión social. La ONG Educo ha puesto en marcha un programa de becas comedor de verano en 17 autonomías con el que tiene previsto repartir un total de 105.000 comidas sufragadas con donativos de particulares.
Laura acaba de recoger a su hija en el colegio Blas de Otero, en el distrito de Latina en Madrid, y, de paso, se lleva las sobras en una tartera para la cena. "Lo que sobra de algún niño que no ha venido me lo dan y me lo llevo porque en mi casa hace falta. Todo lo que me sirva de comer lo cojo encantada. Además, aquí siempre hacen comidas muy completas".
Aunque el alegre griterío de los niños apenas deja escuchar su voz, esta madre transporta una tartera cargada de desolación. Pese a tener 37 años, criar una hija pequeña y contar con toda la vida por delante, ni un atisbo de esperanza se asoma a su rostro. En dos largos años en paro tan sólo ha conseguido realizar dos entrevistas con ningún resultado.
Si la economía está mejorando, la recuperación todavía no ha llamado a las puertas de su casa. Hace tiempo que tuvo que abandonar su domicilio para volver con sus padres. "Si no tuviera la casa de mis padres ya me habría muerto. Mi hija y yo no sé dónde estaríamos. Los bancos de alimentos no dan para tanto porque hay muchísima gente. Estoy divorciada y mi pareja no me paga ni un duro. Si no es gracias a ellos y a la asociación de madres solteras, no sé qué habría sido de la infancia de mi hija", asegura con el pesimismo impregnado en su piel.
Nancy con su hija y su nieta en un colegio de Latina. | G. M. P.
La Asociación de Madres Solteras organiza colegios de tarde durante el invierno para que las madres solteras que trabajan puedan conciliar y campamentos urbanos durante el verano. "Si no pudiéramos ofrecer este servicio de comedor, estaríamos hablando de graves problemas para estas familias monomarentales. Son casos de supervivencia. Ellas son las únicas que traen los ingresos a casa y los menores dependen sólo de ellas. En muchas ocasiones hablamos de mujeres inmigrantes que no cuentan con una red familiar", explica Isabel Villaverde, coordinadora de los campamentos urbanos de la asociación.
Nancy es una de esas mujeres, obligada a ejercer de madre y abuela por partida doble. No sólo se tiene que ocupar de su hija Zoila, de 9 años, sino también de su nieta Melanie, de 10. Su hija mayor, también madre soltera como ella, se quedó en paro y decidió marcharse a Nueva York a probar suerte. Se llevó a Melanie con ella, pero la pequeña no se adaptó a la vida norteamericana y decidieron enviarla de vuelta a España.
A veces por las noches Nancy se bebe una infusión para que puedan cenar su hija y su nieta
Esta mujer de origen ecuatoriano, con nacionalidad española, vive con el subsidio de 426 euros que recibe por hijo a cargo, con el que mantiene a las dos menores y a otro hijo mayor. Llegó a España en 1999 y siempre tuvo trabajo, incluso varios a la vez, hasta que hace cuatro años le atropelló el tren del desempleo. Desde entonces, no ha vuelto a encontrar un empleo estable y tan sólo limpia casas por horas, de vez en cuando.
"Los comedores escolares de verano son una ayuda muy grande para las madres que estamos en estas circunstancias. Acceder a un campamento particular es un dineral que no tenemos. Poder venir y dejarles aquí y que puedan comer gratuitamente es algo que uno no se puede pagar con nada, si no tienes un sueldo digno. Estos comedores populares son muy buenos para las personas que lo necesitan", relata Nancy.
En ocasiones, su hija y su nieta se van a la cama con un vaso de leche. Y sin rechistar. Noches en las que no hace falta decir nada; basta tan sólo con una mirada. Son conscientes de los apuros económicos por los que atraviesa la familia: "Cuando no hay comida, les doy un vaso de leche y las niñas entienden que hoy no hay. Se les explica y las niñas se lo toman y a la cama. Lo importante es que ellas tengan algo, aunque una no coma. Yo me tomo una infusión y ya está, pero ellas tienen que estar mejor alimentadas".
Los bolsillos de Nancy tampoco están notando la salida de la crisis. "Eso es mentira. Uno busca trabajo y no lo encuentra. Le diría a los políticos que traten de ver la situación no sólo de los inmigrantes, sino de todos los españoles en general , que también tienen ahora dificultad al no tener trabajo. Que se den una vueltita caminando de pie, en los colegios y que no quiten apoyo a los comedores, a los colegios y a los centros de salud. Ahora, me han dicho que si dejo de cobrar el subsidio no tengo derecho a Seguridad Social y no me van a atender ni a mí ni a mi hija. Si ella enferma y no tengo derecho a la sanidad, ¿cómo la voy a atender? El Gobierno tiene que tener en cuenta eso y no pensar sólo en los recortes".
La mayor frustración para Laura es mirar a la cara de su hija y no poder ofrecerle oportunidades: "Es una impotencia cuando te ves sola con tu hija y quieres algo bueno y no puedes darle ni lo básico. La verdad es que es muy triste. Que la gente esté perdiendo sus casas y que los bancos se están inflando los bolsillos, es muy fuerte". Si no fuera por las redes solidarias, hace tiempo que habría tirado la toalla.

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