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lunes, 21 de octubre de 2013

España y la patética diplomacia de la “Madre Patria”




España sigue los pasos de la estrategia norteamericana en el "patio trasero" de América Latina haciendo alianzas con unos estados socios para destruir los procesos de liberación de otros en beneficio de sus intereses imperiales y perjudicando la unión e integración latinoamericana. El 18 y 19 de octubre se ha celebrado en Panamá la XXIII Cumbre de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Este organismo de “integración” fue fundado en 1991 en Guadalajara, México, bajo la intención de la clase empresarial española de retomar la colonización de América Latina. Mientras se vendió demagógicamente como un frente común cultural de cooperación internacional entre países latinoamericanos en el sistema mundo de la posguerra fría, más España, Portugal y Andorra, más bien ha sido un frente estratégico comercial para ganar mercado las multinacionales españolas justamente en un momento de privatizaciones en los países de América Latina [1]
En los años 90 empresas multinacionales españolas, con asesoría del estado monárquico, cruzaron el Atlántico para apoderarse de las empresas latinoamericanas nacionales que se privatizaban bajo el Consenso de Washington. Telefónica, Endesa, Aguas de Barcelona, Iberia, BBVA, Banco Santander, Repsol, Iberdrola, y en general las empresas del IBEX-35, convirtieron a España en el segundo país inversor después de Estados Unidos. Actualmente está en tercer puesto según datos de la CEPAL [2].
Paralelamente, al igual que Estados Unidos, principal inversor en América Latina y que dispone de sus instituciones políticas en relaciones internacionales continentales como la histórica Organización de Estados Americanos (OEA), y la Cumbre de las Américas creada en 1994 con el fin de imponer Tratados de Libre Comercio (TLCs), España también creó su institución política, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).
Con la decadencia del modelo hegemónico neoliberal en América Latina a inicios del siglo XXI, lo que definió el presidente ecuatoriano Rafael Correa como que “América Latina no vive una época de cambios, sino un cambio de época" [3], incentivando una gran parte de los estados la Inversión Pública Nacional por encima de la Inversión Directa Extranjera (IDE) [4] para favorecer el desarrollo endógeno contra el exógeno y rompiendo en definitiva con el modelo del regionalismo abierto que acotó la CEPAL [5], se inició la presión de emancipación no solamente contra el imperio de los Estados Unidos sino también contra el colonialismo histórico español. 
El punto visible de este quiebre fue justamente la Cumbre Iberoamericana de 2007 en Santiago de Chile con el famoso “¡Por qué no te callas!” que el Rey español Juan Carlos I, símbolo de la Cumbre y del Imperio español, dirigió a Hugo Chávez tras la críticas que lanzó el mandatario venezolano, con apoyo de su colega nicaragüense Daniel Ortega, a las multinacionales españolas en suelo latinoamericano. Según la CEPAL, el 55% de las utilidades de las Inversiones Directas Extranjeras (IDE) en América Latina y el Caribe son repatriadas [6] a sus naciones base. En este momento de quiebre a la vez que se atacaba la segunda colonización de España en las Américas también América Latina iniciaba un proceso de autonomía política fundando nuevos organismos regionales como UNASUR en 2008 y la CELAC en 2011.  
Una diplomacia posicionada
Hay que tener en cuenta que en América Latina actualmente existen tres frentes de integración subregional que presentan sus diferencias, y cada vez son más visibles dentro de UNASUR y CELAC. El primer frente es el ALBA-TCP con un enfoque antimperialista y de tendencias socialistas con la elevada participación del estado en economía, el segundo frente es el MERCOSUR que, con liderazgo de Brasil, busca mayor poder de independencia y soberanía de la región modificando las relaciones del sistema mundo pero sin romper con el capitalismo a pesar de crecer la participación del estado en economía, y en tercer lugar la Alianza del Pacífico, una entidad regional fundada en 2011 por México, Chile, Perú y Colombia, justamente los países de tendencia neoliberal que buscan un vínculo estrecho con la globalización mundial dominada por Estados Unidos y Europa en base a Tratados de Libre Comercio (TLC) y elevar la Inversión Privada Extranjera en sus terrenos.
El gobierno español del Partido Popular (PP), de posición ultraneoliberal, más que buscar la unión de Iberoamérica en base a una integración cultural, como demagógicamente difunde la OEI, se ha posicionado según los intereses políticos y económicos empresariales pidiendo justamente su adhesión a la Alianza del Pacífico. Era de esperar que España en esta Cumbre de Panamá manifestará sus posiciones oficiales a favor de la Alianza del Pacífico, donde ya fue adherida como país observador [7] en la Cumbre de Cali en mayo de 2013, y el Presidente Mariano Rajoy confirmó en Panamá en referencia a su apoyo a la Alianza del Pacífico que España “se ha dado cuenta de por donde va el mundo”.
Esta inclinación economicista y parcial de España le va a repercutir en el liderazgo diplomático que tenía en América Latina, y por eso los países miembros del ALBA-TCP y MERCOSUR – a excepción de Paraguay - no llevaron a sus presidentas y presidentes al evento. El primer indicador de la pérdida de legitimidad española es que la OEI, por su creciente crisis, pasará a partir de ahora a celebrarse cada dos años después de la Cumbre del año que viene en Veracruz, México.
En definitiva, los actores de asuntos exteriores de España, tanto en política como en economía, todavía no han perdido la mente colonialista y comercialista que se creó en los siglos de dominación y renació en los últimos 20 años de recolonización, y en lugar de analizar y adaptarse a los cambios que hay actualmente en América Latina según el naciente mundo multipolar, y coordinar con las realidades de cada país u organismos subregionales según sus procesos de crecimiento soberano - algo que conoce bien la diplomacia china al tener buenas relaciones tanto con la Cuba Socialista como con la Chile neoliberal - sigue cada vez más el modelo de los Estados Unidos de vincularse, usando incluso algunas estrategias de injerencia, principalmente con los países latinoamericanos que son compatibles con sus intereses etnocentristas para pugnar contra los que no son dóciles con sus provechos.

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