La mañana del miércoles algunos sectores de Caracas y Maracaibo, las
dos mayores ciudades de Venezuela, permanecían sin suministro eléctrico
casi 18 horas después del apagón masivo que afectó a más de la mitad del país.
Una falla en la línea de 765 KV que une a la principal central
hidroeléctrica, Guri, con la región central, aplicó un torniquete en la
yugular del sistema eléctrico nacional. El 70% de Venezuela quedó
paralizado.
Si bien el historial de apagones, programados o no, es largo y
cotidiano en Venezuela -en particular desde que en 2010 el Gobierno
admitió un déficit en la infraestructura eléctrica- las autoridades se
apresuraron a atribuir el evento masivo del martes a un sabotaje. El propio presidente, Nicolás Maduro,
dijo en una transmisión televisada horas más tarde que se trataba de
“una ofensiva en frío” contra la autodenominada revolución bolivariana, y
que el apagón apenas habría sido un ensayo general del “golpe
eléctrico”. Éste, a su vez, formaría parte de un plan subversivo
impulsado por sectores de oposición que identificó con el nombre de
“Tic-Tac”, como el sonido de un mecanismo de relojería. “No tengo
ninguna duda de ello”, recalcó.
El suministro eléctrico se ha convertido en un tema álgido de la
agenda pública venezolana. Uno de los primeros actos de Maduro, una vez
instalado en el poder, fue el de decretar en abril el sector eléctrico
como un asunto de “seguridad nacional”, lo que le permitió militarizar
las instalaciones de generación, transmisión y distribución de energía.
Ya en 2010, el extinto presidente Hugo Chávez había declarado un estado
de emergencia en el sector, al que se destinaron ingentes inversiones.
Las compras indiscriminadas que se realizaron para solventar la crisis
habrían alimentado la corrupción. Según investigaciones de prensa,
muchas de adquisiciones favorecieron de manera reiterada a determinados
grupos privados, como la empresa Derwick Associates, que también actúa
en España.
De acuerdo a técnicos independientes y otros vinculados a la
oposición, esas inversiones no se destinaron a apuntalar las tareas de
mantenimiento, como tampoco a superar el déficit crónico en el sistema
de transmisión.
Aunque las fuerzas armadas custodian día y noche las instalaciones
eléctricas, el Gobierno apeló a la tesis del sabotaje como causa del
apagón. Sus funcionarios coincidieron en calificar el hecho de “extraño”
y “abrupto”. El ministro del Interior, el general retirado Miguel
Rodríoguez Torres, ordenó una investigación, mientras su homólogo de la
cartera de Energía Eléctrica, Jesse Chacón –también exoficial del
ejército-, convocó a los organismos de seguridad para detectar “el
origen de la falla”.
El presidente Maduro aseguró que el mismo día del apagón, los cuerpos
de inteligencia del Gobierno neutralizaron otras acciones “de grupos
locos de la derecha apátrida” que buscarían “callar la voz de
Venezuela”. En los últimos días, Maduro viene denunciando el presunto
desarrollo de un plan para asesinarlo, en el que ha implicado a
personalidades internacionales como el expresidente colombiano Álvaro
Uribe y al anticastrista cubano Luis Posada Carriles.
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