El ex dictador Jorge Rafael Videla se ha llevado a la tumba los secretos más dolorosos de la historia reciente de Argentina: la información sobre el destino de los desaparecidos y los bebés apropiados ilegalmente durante el régimen de facto que gobernó entre 1976 y 1983.
Unas 30.000 personas desaparecieron durante la última dictadura en Argentina,
al tiempo que aún se desconoce el paradero que tuvieron unos 400 bebés
que fueron apropiados ilegalmente por los represores, según estimaciones
de los organismos de derechos humanos.
Sin poder enterrar a sus muertos, ni encontrar en los jóvenes de
treinta y pico los rostros de aquellos bebés sustraídos, las heridas de
los argentinos permanecen abiertas.
"Frente al desaparecido en tanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. No tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido, frente a eso no podemos hacer nada", dijo en 1979 Videla ante una consulta de la prensa sobre los secuestrados.
Nunca se arrepintió de su proceder ni reveló el destino de
desaparecidos ni niños apropiados. Al contrario, reivindicó el accionar
de la dictadura ante "una guerra interna iniciada por las organizaciones
terroristas contra las instituciones del Estado argentino".
Fue condenado a cadena perpetua por el histórico Juicio a las Juntas Militares en 1985,
tras el regreso de la democracia. En 1990 fue indultado por el entonces
presidente peronista Carlos Menem (1989-1999). La inconstitucionalidad
de las leyes de perdón permitió la apertura de nuevos juicios en su
contra y en 2010 fue condenado a cadena perpetura por el asesinato de 31
presos políticos. En 2012, recibió una pena de 50 años de prisión por
el plan sistemático de apropiación de menores.
Pese a las condenas, mantuvo el silencio y sólo habló para defender una y otra vez los repulsivos métodos del régimen.
En las entrevistas que dio al periodista Ceferino Reato para el libro
"Disposición final", Videla reconoció que "hubo chicos que fueron
sustraídos". Los niños fueron robados "unos con la mejor voluntad para
darle un buen hogar a los hijos de terroristas, otros para venderlos".
Y embistió contra las madres de los niños nacidos en cautiverio
al considerar que "eran activistas y usaron a sus hijos embrionarios
como escudos humanos al momento de operar como combatientes".
Videla y otros represores blindaron el secreto. Algunos restos aparecieron en las costas después de ser arrojados en los fatídicos "vuelos de la muerte",
otros hallados en fosas comunes. El dedicado trabajo del Equipo
Argentino de Antropología Forense logró identificar varios de los
cuerpos gracias al cruce de información con el banco genético de datos
de familiares de desaparecidos.
La incesante búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo de sus nietos apropiados también arrojó resultados, con la restitución de la identidad de más de 100 jóvenes, aunque otros 400 permanecen sin hallar.
Pasaron casi 30 años del fin de la dictadura, la mayoría de los
jerarcas murió y con ellos se fue gran parte de la información más
sensible.
"Lamentablemente se lleva a la tumba información muy importante en relación a los nietos que faltan encontrar y a los cuerpos de nuestros papás y de sus compañeros",
lamentó hoy Juan Cabandié, legislador porteño y nieto recuperado. La
integrante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora Nora Cortiñas
lamentó por su parte que "se mueren los genocidas y no se van abriendo
los archivos".
"Queremos que se abran, que salga a la luz, que no se mueran llevándose el secreto. Todavía falta condenar a muchos genocidas", afirmó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario