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domingo, 26 de mayo de 2013

El veto a la aceitera en los restaurantes muere antes de nacer

La prensa más crítica con Bruselas había dado con el tema perfecto. Algo directo, que afecta a todo el mundo y que puede presentarse como un resumen de los defectos de la maquinaria institucional europea. La prohibición a bares y restaurantes de ofrecer garrafas de aceite que los clientes puedan usar una y otra vez era para la Comisión Europea una medida para asegurar la calidad del producto y luchar contra el fraude. Pero el primer ministro británico, David Cameron, la describía como “el ejemplo del tipo de cosas sobre las que Europa no debería ni siquiera discutir”, mientras que el periódico alemán conservador Die Welt la resumía como “un síntoma más de la inflación del aparato de la UE”. Tras la presión ejercida por Gobiernos del norte y consumidores —también septentrionales—, Bruselas dio ayer marcha atrás.
El cambio anunciado por el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, indignó a los productores, entre los que destaca el sector aceitunero de Andalucía, comunidad que aporta el 80% de la producción española de aceite de oliva y el 40% de la mundial. Pese a que el Gobierno español no considera definitiva la decisión del comisario Ciolos, fuentes comunitarias insistieron en que el proyecto se ha abandonado, y no hay ninguna perspectiva de retomarlo.
“Desde el pasado viernes, he visto y oído puntos de vista contrarios procedentes principalmente de los países consumidores. Está claro que esta medida, que trataba de ayudar, proteger e informar a los consumidores, no ha encontrado su apoyo”, reconocía el responsable europeo de Agricultura, en un giro evidente del discurso que hasta entonces mantenían los responsables comunitarios. El ministro español Miguel Arias Cañete había dicho tan solo dos días antes que la prohibición tendría una “impacto positivo para el sector a corto, medio y largo plazo”.
España confía en que aún se pueda aprobar, pese a que Bruselas lo descarta
Ciolos se reunirá el sector hostelero y con consumidores para presentar una nueva propuesta. Pero la obligación a partir de 2014 de que los bares y restaurantes de toda la UE ofrezcan botellas individuales de aceite se aleja irremisiblemente.
Además de España, otros 14 países —entre los que estaban Francia, Italia, Portugal y Grecia— habían apoyado la iniciativa en un comité técnico la semana pasada. Pese a las críticas tan duras lanzadas por Cameron y su equipo, Reino Unido se había abstenido, en lugar de votar en contra, como sí hicieron Estados como Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Suecia o Dinamarca.
El consejero andaluz de Agricultura, Luis Planas, cree que la Comisión “ha cedido a la presión” de los grandes grupos de la distribución de aceite, que tienen su centro de operaciones en el centro y norte de Europa. La Junta espera una rectificación de Bruselas, pues considera la prohibición de las aceiteras rellenables como una medida de gran importancia “para dar valor al producto y ayudar a aumentar las rentas del sector olivarero”. La Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias juzga un “disparate” la marcha atrás. Se trata, dicen, de una medida de escasa repercusión económica “que se ha anulado por presión de los países no productores, fundamentalmente Alemania y Reino Unido”.
La decisión sorprendió porque cuando se anunció apenas habían transcurrido 10 días desde que la Comisión Europea había puesto fecha de caducidad a las aceiteras rellenables. En Jaén, la principal provincia productora, ya se está aplicando una experiencia piloto en una decena de restaurantes, que sustituyen las garrafas por envases con etiquetado de origen y tapón no rellenable.

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