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lunes, 23 de julio de 2012

El fuego del Empordà sigue descontrolado con tres focos de peligro

El devastador fuego que afectó ayer a la comarca del Alt Empordà y provocó la muerte de tres personas continúa descontrolado. El incendio ha avanzado, aunque lentamente, a lo largo de la noche y sigue activo en dos flancos a ambos lados de la autopista AP-7 entre la Jonquera y Figueres. El humo del incendio ha llegado en la mañana de este lunes al Área Metropolitana de Barcelona y también a la comarca del Maresme. Pero al menos hay algunas razones más que ayer para el optimismo: se espera que el viento de tramontana remita y comience a soplar un viento del levante con rachas más suaves y húmedas, que permite el trabajo de medios aéreos. “Estamos aguantando y conteniendo el fuego, que continúa en fase activa y sin control”, ha resumido el consejero de Interior de la Generalitat, Felip Puig. Si el fuego acabase afectando a la zona de la Alta Garrotxa, los bomberos franceses temen que atraviese la frontera, ha explicado el teniente coronel Thierry Grissé, subdirector de los Bomberos en los Pirineos Orientales.

Las condiciones meteorológicas han permitido que desde las seis de esta mañana trabajen los medios aéreos para intentar contener el fuego, que ha afectado ya a unas 13.000 hectáreas y ha quemado una superficie de 9.000 hectáreas. El peligro sigue siendo acuciante en tres puntos geográficos: entre los pueblos de Avignonet de Puigventòs y Terrades, hasta el entorno del embalse de Boadella; por encima de este embalse en Darnius, donde los vecinos “están defendiendo” la zona, ha explicado Puig; y en la zona norte de La Jonquera.

Unas 1.400 personas han pasado esta noche en pabellones municipales y zonas habilitadas por distintos Ayuntamientos. La orden de confinamiento que pesaba sobre toda la población del Alt Empordà (unas 140.000 personas) se ha levantado esta mañana salvo para 17 municipios, entre ellos Figueres, la segunda ciudad más grande de la provincia. Además, hay 14 municipios con problemas de suministro eléctrico. Puig ha pedido a los vecinos que limiten los desplazamientos para facilitar el trabajo de los cuerpos de emergencias. La Generalitat esperaba esta mañana noticias de las compañías eléctricas sobre el estado de las líneas de tensión.

Preocupa mucho que el flanco occidental del incendio, menos contenido que el oriental, se vea reavivado por el viento de levante y pueda acabar afectando a la zona de la Alta Garrotxa, un área boscosa y de difícil orografía que, desde ayer, es la mayor pesadilla de Interior. “El flanco occidental es el de mayor peligro ahora”, ha reconocido Puig. Desde las ocho de la mañana trabajan en la extinción del incendio tres efectivos del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente y cinco unidades aéreas francesas. Un centenar de voluntarios, 300 bomberos, 100 ‘mossos’ y efectivos de Protección Civil trabajan en la zona, además de 200 miembros de la Unidad Militar de Emergencia (UME) situados en la base militar de Sant Climent Sescebas.

La autopista AP-7 se ha reabierto a primera hora de la mañana en sentido norte, y pasadas las 9.35 horas ha abierto en sentido sur. Los efectivos de seguridad han ido liberando los contingentes de camiones que se habían quedado atrapados en distintos puntos AP-7, que algunos fuentes cifraban en cerca de 300. También se ha reabierto ya la N-II entre La Jonquera y Llers en ambos sentidos. Continúan cortadas la GI-500 y la GI-501 entre Agullana y Terrades, la GI-610 en Vilajuiga , la GI-5101 entre Avignonet de Puigventos y Terrades, y se ha prohibido el paso de los camiones en la N-260 en Portbou.

La zona vive desde el domingo por la tarde una situación límite, con uno de los dos fuegos —el que se inició en La Jonquera— ardiendo sin control, el cielo cubierto de una gigantesca nube de cenizas, la tramontana soplando con rachas de 90 kilómetros por hora y los equipos de emergencias desbordados, sin “capacidad de reacción, contención y extinción” ante la inmensidad de las bolas de fuego que se les venían encima, según informó ayer el consejero del Interior.

Las escenas más dantescas del incendio se han vivido en la angosta carretera, colgada sobre el mar, que transita desde Portbou hacia la frontera con Francia. Unos 50 vehículos se vieron rodeados por las llamas. Sus ocupantes huyeron a pie a través de la montaña. Casi todos lograron llegar al pueblo, pero una familia francesa de cuatro miembros quedó atrapada entre las llamas y un imponente acantilado. Saltaron. Dos de ellos, el padre y una hija, de 60 y 15 años, respectivamente, murieron ahogados tras sufrir múltiples fracturas en la caída por los golpes contra las rocas. La mujer y otros dos hijos de la pareja, heridos, sobrevivieron.

Otro hombre, de 75 años, falleció de un infarto cuando vio que las llamas rodeaban el jardín de su casa. De los 24 heridos, nueve resultaron afectados por el fuego de La Jonquera, entre ellos un ciudadano francés de 64 años que quedó atrapado por las llamas en una carretera local y sufrió quemaduras en el 80% del cuerpo. Otra de las heridas es una niña de 8 años, en estado grave por politraumatismos.

El fuego de Portbou, iniciado sobre las siete de la tarde del domingo, entró en fase de control tres horas más tarde, tras arrasar unas 50 hectáreas y obligar a cortar la carretera C-16. Todo lo contrario que el iniciado sobre la una de la tarde al norte de La Jonquera, justo en el límite entre Francia y España. Las llamas, empujadas por el fuerte viento, crecieron con fuerza hacia el sur, hacia Figueres. Este fuego ardía a las once de la noche sin control tras haber arrasado buena parte de un perímetro de unas 13.000 hectáreas.

“El incendio está totalmente fuera de control”, admitió la tarde del domingo el consejero de Interior catalán, Felip Puig, que agregó: “La catástrofe desborda las capacidades de reacción de los bomberos”. Por ello, estaba prevista la llegada de 200 bomberos procedentes de la base de Zaragoza, 150 de Valencia y 50 de Madrid, además de 400 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército.

Las previsiones meteorológicas indican que el fuerte viento, que impidió actuar a los efectivos aéreos, seguirá soplando hasta el lunes al mediodía. El peor temor de la Generalitat es que las llamas se extiendan hacia la comarca de la Alta Garrotxa, una zona boscosa y montañosa, en la que 25.000 hectáreas estarían en riesgo. Los incendios son los más graves que se han registrado en la zona desde 1986, ha reconocido Puig.

Como hipótesis del origen tanto del fuego iniciado en La Jonquera como el de Portbou, el presidente de la Generalitat, Artur Mas -que se desplazó a la zona afectada- ha mencionado conductas "absolutamente imprudentes" de conductores que lanzaron colillas por la ventana de sus vehículos. En ambos incendios las llamas han surgido a pie de carretera.

El fuego de La Jonquera empezó sobre la una de la tarde muy cerca de la frontera y se expandió con rapidez hacia el sur espoleado por el viento. Obligó a confinar en sus domicilios a los habitantes de nueve localidades, una recomendación que la Generalitat extendió a las nueve de la noche a todos los habitantes del Alt Empordà, a los que recomendó tener a mano un kit de emergencia por si debían ser desalojados.

Los Mossos d’Esquadra desalojaron una casa de colonias, de donde 74 niños y 17 adultos fueron evacuados, y a los trabajadores de una empresa de la AP-7. En el lado francés de la frontera, el fuego quemó 10 hectáreas y obligó a cortar las autopistas A-9 y D-900.

Las escenas de pánico fueron constantes en la zona durante toda la tarde. “Hay mucho humo, no se ve nada”, decía Josep, responsable del restaurante El Corral de Llers, en Llers. “El fuego viene hacia el sur y los mossos nos dicen que tenemos que salir, supongo que hacia Figueres”, explicó el hostelero sobre las siete de la tarde.

Núria Peitaví, que reside en una masía a 500 metros del núcleo urbano de Capmany, apuntaba el domingo que “entre los vecinos” habían decidido quedarse en casa antes de que lo recomendara Interior. “Mis padres han regado los alrededores de la finca, y mi padre está fuera, vigilando”, relató por la tarde antes de que la situación se agravara y que toda su familia, excepto ella y su hijo de cuatro meses, fueran al pueblo a ayudar a extinguir las llamas. A esa misma hora, Marc Mates, de Agullana, trataba de llegar, sin éxito, a su masía en coche. “¡Está todo cerrado, me dicen que no puedo llegar!”, exclamó. Casi todas las carreteras locales y caminos quedaron cortados o colapsados.

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