La actriz holandesa Sylvia Kristel, conocida por haber interpretado a
la heroína de la película erótica 'Emmanuelle' (dirigida por Just
Jaeckin en 1974), murió anoche, enferma de un cáncer, según ha
comunicado su agente, Marieke Verharen, a la agencia AFP. La actriz
tenía 60 años.
¿Cómo abordar la noticia de la muerte de Kristel sin la sonrisa que a
todo el mundo se le dibuja en la cara cuando aparece el nombre de
'Emmanuelle'? Todo en la carrera de su protagonista remite a la
legendaria película erótica que protagonizó en los años 70, que estuvo
en cartelera durante 13 años consecutivos y motivó 10 tesis doctorales.
El resto de la carrera de Kristel fue más bien irrelevante e, incluso sus apariciones en un cine más ambicioso (alguna película con Claude Chabrol, con Roger Vadim) remitían irónicamente o no, al símbolo de 'Emmanuelle'.
Y eso, que si viésemos la película hoy, ahora que cualquier misterio
sexual parece desvelado, casi todos nosotros nos quedaríamos un poco
fríos. Ni las aspiraciónes artísticas ni la carga erótica de 'Emmanuelle' han envejecido bien. Sin embargo, eso no significa que la película no tuviera méritos. Sobre todo, uno: el de la ambigüedad.
Los años 70, el destape (no sólo en España), la revolución sexual, la
contracultura... En ese ambiente, 'Emmanuelle' nació con la virtud de
atraer a todo el mundo. A los hombres enardecidos y deseosos de ver
nalgas, pubis y pechos desnudos. Y a las mujeres feministas, encantadas
de encontrar una heroína liberada y dueña desinhibida de su sexualidad.
Eso en cuanto al mensaje. En cuanto a la estética, lo mismo: erotismo
frontal y bastante grosero para una parte de la audiencia (los chicos
del BUP); y manierismos de moda para la otra (las chicas de Filosofía y
Letras). Aunque el 'look' de 'Emmanuelle' haya envejecido de una manera
muy poco atractiva, está claro que la película era bastante refinada y europea,
en comparación con los equivalentes del destape español. Aquellos
filtros, aquellas secuencias larguísimas, aquel vapor que empapaba cada
fotograma ... ¡Aquel asiento de mimbre!
Y en el centro de la escena, Sylvia Kristel. Una mujer guapísima, por
si no lo habíamos dicho ya. ¿Cómo describir una belleza femenina sin
sonar cursis o sexistas o todo a la vez? La belleza de Kristel iba
perfectamente con la ambigüedad de 'Emmanuelle'. Una mujer delgada, con
el pelo corto, con un punto distante, con algo de laxitud en su expresión.
Un opuesto a las chicas de 'Playboy' que podría conectar con el
espíritu de su tiempo. Y, a la vez, capaz de encender al público que
buscaba en Emmanuellle un calentón de primera.
Vida triste
Sylvia Kristel nació en Utrecht, el 28 de septiembre de 1952.
Para gozo de sus admiradores, sus padres, hosteleros, la enviaron a un
internado religioso cuando tenía 11 años, donde se ganó fama de
indisciplinada. Empezó su carrera profesional como modelo, cayó en el
cine más o menos casualmente, se encontró con el éxito colosal de
'Emmanuelle' y después intentó con no mucho éxito desbordar las
fronteras del 'soft porn'.En 1976, protagonizó 'René la Canne' de
Francis Girod, con Gérard Depardieu, y 'Alice ou la dernière fugue' de
Claude Chabrol. Sin embargo, para 1981 volvía a estar enrolada en una
película erótica: 'El amante de Lady Chatterley', de Just Jaeckin, a los
que seguirían títulos como 'Mata Hari', 'Casanova', 'Hot blood' y las
secuelas de 'Emmanuelle', en las que figuro como 'guest-star'
recurrente.
A finales de los 90, su carrera estaba bajo mínimos. Kristel tuvo
problemas de adicción al alcohol y a la cocaína a la que, más adelante,
achacó las malas decisiones que tomó durante sus mejores años. Se
arruinó y llevó una vida sentimental bastante torturada (deja una hija),
pero pudo hacer terapia con la autobiografía 'Desnuda', publicada en
2006, que le animó a reactivar su carrera dentro del cine holandés.
Además, pintó y diseñó ropa con algún éxito. Durante sus últimos años, vivió entre Ámsterdam y California.
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