El ladrillo se ha convertido en el gran símbolo y expresión
recurrente para hablar del pelotazo y posterior hundimiento del sector
inmobiliario. Pero también el cemento podría servir de metáfora maldita:
la curva de su consumo en España dibuja con precisión el ascenso y
caída de la construcción y, este año, caerá a su nivel más bajo en casi
50 años. Entre enero y septiembre se han vendido unos 11,6 millones de
toneladas, un 34% menos que en el mismo periodo del año pasado, y la
patronal del sector, Oficemen, cree que ejercicio acabará en unos 13
millones, el menor volumen desde 1967.
El año pasado acabó en 20 millones, un volumen que no llega a la
mitad de récords pasados de los años 2006 y 2007, cuando las obras
españolas requerían casi 56 millones de toneladas en cada unos de esos
años. Entre unas fechas y otras se han esfumado más de 2.000 puestos de
trabajo (7.252 empleos en diciembre de 2007 a 5.167 el pasado agosto) y
han cerrado fábricas como la de Holcim en Jaén y Granada o Cemex en
Vilanova i la Geltrú (Barcelona), además de paradas de la producción en
otras factorías. Portland Valderrivas, que perdió 327 millones de euros
en 2011, decidió reducir empleo y atender con una plantilla única la
producción de las fábricas catalanas situadas en Monjos y Vallcarca, que
funcionarán alternativamente 10 y dos meses al año.
Para Oficemen, que agrupa a las grandes compañías españolas, se trata
de “la mayor crisis de su historia”. “Para un país como España, el
consumo razonable estaría en unos 26 ó 30 millones de toneladas anuales,
es el nivel parecido a países de su entorno, como Italia, y los vemos
en torno a la mitad: 13 millones”, apunta Ramón Ibáñez que es el
director financiero y de estudios económicos de Oficemen.
El pasado septiembre, el consumo apenas superó el millón de
toneladas, una cifra que, según la patronal, equivale a la capacidad de
producción anual de una fábrica media de las 35 que existen en España.
Las licitaciones de obras públicas (el volumen económico cayó
aproximadamente a la mitad en 2011) y la evolución de los visados para
empezar a construir (menos de 80.000 viviendas el año pasado) no indican
un cambio significativo en la demanda de cemento. Ya las exportaciones
no suponen una salida relevante. Los 13 millones de toneladas que se
aportaban en 1983 son ahora unos seis millones. “Una nueva caída de dos
dígitos \[en la producción de cemento\] en 2013 nos colocaría en una
situación que sólo podemos calificar de auténtico cataclismo para la
industria cementera española”, explica el director general de Oficemen,
Aniceto Zaragoza. La patronal también ha mostrado sus críticas contra el
anteproyecto de ley de reforma energética y cifrado ele encarecimiento
del coste eléctrico entre un 14 y un 16%.
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