El movimiento telúrico que afecta a Catalunya desde el pasado 11 de septiembre
parece lejos del agotamiento. Más bien tiende a consolidarse e incluso a
acentuar las perturbaciones electorales que propició. La última encuesta de Feedback para La Vanguardia,
realizada entre los días 8 y 11 de octubre, viene a confirmar las
novedades del anterior sondeo del 30 de septiembre, aunque con algunos
matices. El principal de ellos es el avance de CiU, que ya en la última encuesta había experimentado un salto considerable
con relación a la intención de voto que registraba antes del verano e
incluso con respecto a los resultados de los comicios de noviembre del
2010.
Pues bien, si ahora se celebrasen las elecciones autonómicas la
coalición nacionalista tendría en su mano la mayoría absoluta –fijada
en 68 escaños en un Parlament de 135–, con una horquilla de 68 o 69
parlamentarios. La sostenida progresión de la coalición nacionalista se
produce a partir de un doble frente nutricio: el voto más catalanista
del PSC y el más posibilista del independentismo, en una apuesta clara por el voto útil. Y de ahí el hundimiento de Solidaritat, que podría quedarse sin ninguno de los cuatro escaños con que cuenta actualmente.
Ahora bien, junto al avance de CiU, que podría sumar hasta siete
diputados más, el otro elemento significativo tiene que ver con la recuperación del PP que,
aunque todavía débilmente, empieza a capitalizar el voto útil de signo
españolista. En concreto, los populares recuperan hasta tres escaños con
relación al anterior sondeo y se sitúan en un cómputo de diputados
similar al que cuentan actualmente: 18. El avance del PP se produce
básicamente a expensas del crecimiento potencial de Ciutadans y de la
movilización de su propio espacio electoral, cuyas magnitudes en las
elecciones generales dibujan un caladero de electores muy superior al
que el partido de Rajoy logra movilizar en los comicios locales y
autonómicos. Queda por ver, no obstante, lo que dará de sí la
polarización identitaria para un partido, como el PP, que carga desde el
Gobierno central con el pesado lastre de los recortes y de una crisis
que no aparenta tener fin.
Los socialistas catalanes, en cambio, parecen definitivamente
instalados en un desplome sostenido que en este sondeo apunta un nuevo
récord negativo. La encuesta de finales de septiembre ya dejaba al PSC
con siete escaños menos de los que obtuvo en noviembre del 2010 y un
retroceso de casi tres puntos en porcentaje de voto. Y el presente
sondeo consolida al alza esa caída, de modo que el socialismo catalán
podría perder hasta ocho escaños y quedarse en 20. Es decir,
prácticamente empatados con sus máximos rivales a escala estatal.
Los principales beneficiarios teóricos del hundimiento del
centroizquierda deberían ser los ecosocialistas de Iniciativa, y así lo
sugería el anterior sondeo. Sin embargo, la actual encuesta refleja un
estancamiento de ICV, que como mucho lograría un escaño más que en el
2010. Su oposición frontal a los recortes, combinada con un alineamiento
con el bloque soberanista, le brinda por ahora unos réditos muy
modestos, de apenas un punto. Y esos réditos parecen diluirse a medida
que el dilema central de los votantes se aleja de la gestión del Govern y
se centra en el conflicto territorial con el Estado. Buena prueba de
ello es que en el sondeo de Feedback de hace un año, ICV registraba una progresión de hasta cuatro escaños.
En cambio, Esquerra mantiene intacto el avance
que reflejaba el anterior sondeo (tres diputados y más de dos puntos de
crecimiento en intención de voto), aunque también muestra signos de
estancamiento. El más claro reflejo de ello es que los sondeos
realizados con anterioridad a la aceleración soberanista del 11 de
septiembre atribuían a ERC hasta cinco escaños más (y así ocurría en
junio pasado). La explicación de esa paradoja reside en la
extraordinaria capacidad de CiU para atraer a los votantes
independentistas más dispuestos a aceptar avances graduales y, por lo
tanto, a darle una nueva oportunidad a la coalición que lidera Artur
Mas. De ahí, por ejemplo, que más del 70% de los electores de
Reagrupament se inclinen ahora por CiU.
La encuesta de Feedback contiene algunas novedades más que afectan a
los partidos minoritarios. Por un lado, Ciutadans parece haber tocado
techo en el actual contexto de polarización identitaria y se limitaría a
repetir su resultado del 2010, aunque los registros de la encuesta
apuntan una deserción significativa de antiguos votantes del partido de
Albert Rivera, en beneficio del PP catalán. Por otro lado, y aunque por
causas opuestas, los independentistas de Solidaritat parecen abocados a
quedarse fuera de Parlament, víctimas de una fuga de votos que
beneficiaría a partes iguales a CiU y a Esquerra.
Sin embargo, la verdadera novedad del sondeo en el ámbito de las
formaciones minoritarias se produce en relación al partido de signo
xenófobo Plataforma per Catalunya. El grupo que capitanea Josep Anglada
cuenta con una intención de voto que le otorga posibilidades de acceder a
la Cámara catalana, aunque ya en el 2010 obtuvo un respaldo similar y
se quedó fuera por unos pocos miles de papeletas en Barcelona.
Los restantes indicadores de la encuesta no hacen más que reforzar
las expectativas electorales que dibuja el sondeo. Así, en el capítulo
de la valoración de los líderes políticos catalanes, al president Mas
continúa muy por delante y es, junto a Oriol Junqueras, el único
dirigente que suscita el aprobado de los ciudadanos. Ciertamente, el
ecosocialista Joan Herrera experimenta una mejora que lo acerca al
aprobado, pero el resto de líderes registran avances tan modestos que
apenas suponen un cambio en su estatus. Ese sería el caso del socialista
Pere Navarro, que mejora tres décimas, pero sigue hundido en el terreno
del suspenso rotundo, con un 3,66.
Por último, un 40% de los consultados asegura que la imagen que tenía
del president Mas ha mejorado en las últimas semanas, aunque el saldo
positivo con respecto a quienes tienen ahora una opinión peor del líder
de CiU se ha reducido en ocho puntos desde el anterior sondeo. Si en
septiembre estos últimos suponían uno de cada cinco catalanes, ahora son
uno de cada cuatro.
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