La influencia que tiene en el niño todo lo que afecta a la madre
durante el embarazo no es ninguna novedad para la ciencia, sin embargo,
no dejan de conocerse datos sobre cómo afecta el entorno prenatal en los
primeros años de vida del niño y en la adquisición de algunas funciones
básicas.
La última puede leerse esta semana en las páginas de la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', donde se ha analizado cómo desarrollan el lenguaje los niños nacidos de madres con depresión y cómo les afectó que sus madres hubiesen tomado antidepresivos.
Según el experimento realizado por Janet Werker y su equipo (de la
Universidad de Harvard, EEUU), la depresión no tratada durante la
gestación retrasó la habilidad de los niños para reconocer los sonidos
vocales de su lengua materna. Un fenómeno que no se observó en el caso
de los niños expuestos a ciertos antidepresivos en el útero (concretamente, los inhibidores de la recaptación de la serotonina).
Los autores reconocen que no saben cómo esta aceleración o retraso en
la adquisición de las primeras habilidades del lenguaje puede
repercutir en el desarrollo posterior del niño; y tampoco si este
fenómeno es el mismo en el caso de otros fármacos contra la depresión.
De momento, y tras analizar a tres grupos de madres embarazadas de 36
semanas en distintas circunstancias (sin depresión, con depresión en
tratamiento o sin él), señalan la importancia que tiene el bienestar
materno en el posterior desarrollo infantil y recuerdan que "no tratar
[la depresión] nunca debería ser una opción. Es importante que todas las
mujeres embarazadas discutan sus opciones de tratamiento con sus
ginecólogos".
También el cociente intelectual
No es el único trabajo que esta semana relaciona las condiciones
intrauterinas con habilidades intelectuales posteriores. En la revista 'Neurology',
investigadores finlandeses han observado que las madres con
hipertensión durante el embarazo dan a luz sujetos con menor cociente
intelectual.
Para extraer sus conclusiones tomaron como muestra a 398 varones
nacidos entre 1934 y 1944, y que habían sido sometidos a un test de
inteligencia para su ingreso en las Fuerzas Armadas cuando tenían 20
años. Cuando les repitieron las pruebas a los 69 años, aquellos cuyas
madres tuvieron la tensión más alta en la gestación, puntuaron más bajo en los test de inteligencia.
Problemas como la preeclampsia, y otras patologías capaces de elevar
la tensión de una mujer embarazada, están presentes en aproximadamente
el 10% de las gestantes. Estos casos suelen traducirse en mayor riesgo
de partos prematuros y bajo peso al nacer, dos circunstancias que se han
relacionado con un menor desarrollo cognitivo de la descendencia.
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