El PP se mantiene y logra resistir al desgaste por la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy;
los socialistas bajan en todo caso y están en el límite entre el
fracaso y la debacle, con esperanzas remotas de dar la vuelta a las
previsiones por un puñado de votos; el PNV
está en condiciones de mantenerse como la primera fuerza política en el
País Vasco, aunque pierda escaños y necesite pactos para gobernar, y la izquierda abertzale se consolida como segunda fuerza en Euskadi.
Estas son básicamente las líneas de coincidencia entre todas las
encuestas publicadas en distintos medios de comunicación e institutos
oficiales de cara a las elecciones autonómicas del domingo en Galicia y en el País Vasco. Todos los resultados coinciden y están en sintonía con las previsiones que aportan fuentes del PP y del PSOE, los únicos partidos que hacen mediciones casi diarias.
Coinciden también en que, con diferencias entre ambas comunidades,
son elecciones muy polarizadas en las que en un extremo se sitúa el PP y
en el otro los diferentes partidos nacionalistas, con el PSOE (PSdeG y PSE)
en medio, en busca de un discurso propio. Los socialistas, además,
compiten contra la abstención y con distintos partidos que les pueden
restar votos, mientras que el PP en Galicia y País Vasco no tiene más
adversario que la abstención. Ninguno concede relevancia a Mario Conde y a UPyD
se le da en el mejor de los casos el escaño que ya tenía en Euskadi
(Rosa Díez aspira a tener grupo propio) y ninguno en Galicia.
En la comunidad gallega, los socialistas aseguran que confían en la
repetición del efecto Andalucía de marzo, cuando las encuestas les daban
la pérdida de la mayoría absoluta y, finalmente, pudo más el rechazo a
un Gobierno en solitario del PP. Citan para ello encuestas que dan más
de un 40% de rechazo a Gobiernos en solitario y de pulsión de cambio en
Galicia. Explican que en los últimos 15 años el Gobierno gallego se ha
decidido por un solo escaño, en distintos sentidos. Para eso, en el
análisis por circunscripciones sostienen que en Lugo pueden perder un
escaño, pero si va a AGE (Alternativa Galega de Esquerda) y no al PP es
irrelevante porque impide a Alberto Núñez Feijóo sumar diputados para la mayoría absoluta. En Ourense, pese a la Operación Pokémon
que implicó al exalcalde socialista de la capital, aseguran que el
margen es estrecho y en las anteriores elecciones un escaño se decidió
por el voto de los emigrantes que ahora no será decisivo por los
trámites que se exigen. El objetivo de Pachi Vázquez es el 30% de
indecisos que dan los sondeos.
Los socialistas mantienen una fidelidad de voto por debajo del 50% y
de los sondeos se deduce que hay un 10% de antiguos votantes dispuestos a
votar en blanco y un 15% que pueden votar a otros partidos (BNG, IU y
PP). Casi un tercio se mantiene indeciso, una semana antes del 21-O.
El BNG
resiste con un discurso no solo nacionalista, sino vinculado a la
crisis. Su voto no perjudica a los socialistas si evita que el PP gane
escaños, porque si los populares no llegan a la mayoría absoluta es
seguro un Gobierno de coalición entre ambos. La sorpresa puede ser la
irrupción de AGE, el partido de Xosé Manuel Beiras
y una parte de IU, que puede llegar hasta siete escaños. La suma de BNG
y AGE supera en todo caso el voto nacionalista de los anteriores
comicios.
El PP asegura que en Galicia el efecto Andalucía es para ellos, es
decir, que les favorece el voto conservador y de la seguridad frente a
la aventura de un tripartito. “O yo o el caos y el lío”, viene a ser su
mensaje de campaña. De hecho, fuentes de Génova explican que están
satisfechos porque el debate se desarrolla en clave gallega y no
española y porque lo ajustado de las encuestas permite movilizar a los
suyos, incluso los más molestos con Rajoy, para evitar que ganen
nacionalistas y socialistas. Sus encuestas superan esas expectativas y
les dan hasta dos escaños por encima de la mayoría absoluta. La Ley
D’Hont, además, favorece a los partidos que tienen mucha diferencia
sobre el segundo, lo que permite sacar más escaños con menos votos. En
Galicia el PP cuenta con una fidelidad de voto superior con mucha
diferencia a la del resto de partidos y Feijóo es el candidato más
conocido y mejor evaluado.
En el País Vasco, todos los expertos hacen la salvedad de que la
fragmentación del voto dificulta la asignación de escaños, sobre todo a
los partidos más pequeños, como Ezker Anitza,
que puede llegar hasta a tres diputados. Todos los sondeos muestran un
rechazo a los partidos que sustentaron el último Gobierno vasco, con
descensos de hasta 13 escaños de la suma entre PSE y PP.
El PNV es en todos los estudios el más votado, pero por debajo de su
anterior resultado, porque entonces no comparecía la izquierda abertzale. Su fidelidad de voto llega al 70% y su competidor es EH Bildu. Su candidato, Iñigo Urkullu, es el mejor valorado.
En el caso de EH Bildu,
los expertos advierten un interés por crear un discurso más allá de la
territorialidad y vinculado a la crisis. Su mejor expectativa está en 25
escaños, cerca de arrebatar el primer puesto al PNV, pero todos dudan
de que llegue a alcanzarlo y explican que pueden estar sobrevalorados en
las encuestas.
El PP asegura que en Euskadi no funciona la lógica del desgaste de
Rajoy y, más bien, buscan el mensaje de “rechace imitaciones y vote al
original”, para quitar al PSE el voto constitucionalista. Explican los
populares que optan a recuperar un tercio de sus anteriores votantes,
aún indecisos o electores ocultos para las encuestas, que se movilizan
en el último momento como voto útil frente al soberanismo. El desafío de
Cataluña favorece esa movilización.
Por provincias, la preocupación del PP está en Álava: si mantiene sus
seis escaños actuales, si logra uno más como en 2005 o si lo pierde.
Estudios del PP muestran que un 10% de sus electores decían que iban a
votar por otros partidos, principalmente a UPyD. Sus votantes aprueban
mayoritariamente la labor de Rajoy, lo que aleja ese voto de castigo.
Los socialistas basan sus esperanzas en las proyecciones del CIS en
2005 y 2009 y su comparación con los resultados finales. Según esa
interpretación, el CIS infravaloró los datos de PSE-EE en 2005 y
sobrevaloró los de los demás y, en menor medida, los del 2009. Todos los
sondeos muestran que la fidelidad de voto del PSE es muy baja: según el
CIS, el 54,7%, con un 19.8% de indecisos y una fuga del 15.4%. En esos
porcentajes está el margen que la dirección del PSOE quiere recorrer
hasta el domingo. Su problema no es tanto un voto oculto como un voto
cabreado. Los socialistas vascos tienen dificultades, según uno de sus
expertos consultados, para colocar su discurso en una campaña
polarizada. Su caída, según todos los sondeos publicados, está entre
ocho y 11 escaños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario