Las cada vez más intensas tormentas tropicales, el aumento de las
temperaturas en el océano y sobre todo, la voraz acción de una especie
invasiva de estrella de mar, depredadora de coral, se han aliado para
destruir a un ritmo alarmante una de las joyas mundiales de la
naturaleza.
En sólo 27 años, la Gran Barrera de Australia, el mayor arrecife coralino del mundo, ha perdido la mitad de su población.
Lo demuestran esta semana un equipo de científicos en un artículo en el
que recogen las conclusiones del mayor estudio llevado a cabo para
monitorizar el estado de las barreras de coral de todo el planeta. La
investigación se ha publicado en la revista 'Proceedings of the National
Academy of Sciences' (PNAS).
Si esta tendencia continúa, advierten los investigadores del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS) que firman este estudio, las ya mermadas poblaciones de coral podrían volver a reducirse a la mitad hacia el año 2022.
No obstante, las pérdidas de coral no son homogéneas y hay zonas mucho más dañadas que otras. Así, en la zona norte la población se ha mantenido relativamente estable mientras que es en el sur donde el declive ha sido drástico. Sobre todo, durante la última década debido a las frecuentes y fuertes tormentas que han devastado este área.
Blanqueamiento de coral y ciclones
Según calculan los investigadores, las pérdidas atribuidas a la acción de las tormentas tropicales ascienden a un 48%. La estrella de mar 'Acanthaster planci',
conocida como corona de espinas o acantáster púrpura, es la responsable
del declive del 42% de su población. Esta especie invasora se alimenta
de coral y las plagas que se originan periódicamente causan auténticos
estragos en su población.
Por otro lado, el blanqueo de coral ha provocado la desaparición del 10% de los corales.
El fenómeno conocido como blanqueo o decoloración, que los científicos
relacionan con el calentamiento global, se produce cuando el coral
pierde un protozoo unicelular (zooxantelas) que le da su color
característico.
Este proceso se debe al estrés que sufren estas poblaciones debido al progresivo aumento de la temperatura del mar.
Los corales viven en simbiosis con estas microalgas llamadas
zooxantelas, que les aportan nutrientes en forma de oxígeno y moléculas
orgánicas. El aumento de la temperatura del agua rompe esta simbiosis,
pues el coral va expulsando las zooxantelas. Según calculan los
científicos, alrededor del 90% de la energía de los corales es
proporcionada por estas microalgas.
Por lo que respecta a la capacidad de destrucción de las tormentas,
los científicos han observado que las poblaciones de corales destruidas
por la acción de ciclones se recuperan, aunque tardan entre 10 y 20 años
en lograrlo. Además, los intervalos entre estos episodios son,
normalmente, demasiado cortos como para permitir a estas colonias
recuperarse. Un factor que está causando pérdidas graves a largo plazo.
Una estrella de mar invasora
La Gran Barrera de Coral, vista desde el espacio. | NASA
"No podemos evitar las tormentas y el calentamiento de los océanos (que es la principal causa del blanqueamiento del coral) es uno de los impactos críticos del cambio climático global. Sin embargo, sí podemos actuar para reducir el impacto de la estrella de mar corona de espinas",
asegura John Gunn, director del Instituto Australiano de Ciencias
Marinas, en Townsville, en una nota de prensa. Si lo logran, vaticina,
los arrecifes tendrán más oportunidades de adaptarse al aumento de la
temperatura del mar y a la acidificación del océano, un fenómeno que disminuye la capacidad de algunos organismos marinos para formar sus esqueletos y caparazones.
Los investigadores han calculado también que, sin la presencia de
esta estrella de mar invasora, la población de coral aumentaría un 0,89%
cada año. Es decir, incluso sufriendo pérdidas debido a los ciclones y
al fenómeno del blanqueamiento, se produciría una lenta recuperación.
Por ello, los esfuerzos de los oceanógrafos de este instituto
australiano se están centrando en entender el ciclo de esta especie
invasora con el objetivo de predecir y reducir las plagas
que se producen de forma periódica. Los científicos ya saben que la
calidad del agua es un factor importante en la propagación de esta
estrella de mar depredadora de coral y están investigando nuevas
acciones para frenar estas explosiones de su población.
El programa de vigilancia de corales que ha dado origen a este estudio comenzó en 1985
con el objetivo de monitorizar más de 100 arrecifes en todo el mundo. A
partir de 1993 se incorporaron a este estudio otros 47 arrecifes. En
total, los investigadores que participan en este trabajo, que ha contado
con una financiación de unos 50 millones de dólares (38 millones de euros), pasaron más de 2.700 días en el mar.
El refugio de otras especies marinas
La Gran Barrera de Coral está formada por multitud de colonias de
corales, que se extienden a lo largo de más de 2.500 kilómetros de
longitud y que son visibles incluso desde el espacio. En 1981 fue
declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además de albergar
el mayor arrecife de coral del mundo, en esta zona tienen su hogar miles
de especies de peces y moluscos, así como decenas de especies de
tiburones o tortugas.
Por lo que respecta a los corales, se calcula que hay más de 400
especies en sus aguas. Aunque todas las especies marinas son vulnerables
al cambio climático, los corales son particularmente sensibles.
Según datos del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, el cambio climático es, a largo plazo, una de las mayores amenazas para los arrecifes
coralinos. En combinación con otros factores naturales y causados por
el hombre, el calentamiento del agua supone una serie amenaza para los
ecosistemas de coral de todo el mundo. Un aumento de la temperatura del
agua de sólo 2-3ºC durante una semana o dos del verano, o bien un
incremento de 1-2°C durante un mes o dos, son suficientes para matar al
coral. Los ecosistemas marinos de Australia, como los de la Gran
Barrera, han experimentado durante un siglo un aumento en la temperatura
del agua de casi medio grado y las predicciones de los científicos
apuntan a que seguirán incrementándose.
La desaparición de los arrecifes tiene consecuencias directas en
otras especies, pues constituyen el hogar de multitud de organismos, que
encuentran en ellos alimentos y refugios que los protegen de los
depredadores del océano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario