Viento Sur
Los pasados días 9 y 10 de junio, en
la segunda vuelta de las elecciones, la derecha perdió en 16 de las 21
capitales de provincia. Pero los dirigentes del Partido Demócrata (PD)
no deberían alegrarse demasiado rápidamente.
En general, el centro izquierda, a la vez que aumenta su resultado en
términos relativos, perdió votos debido a la abstención y los votos
blancos o nulos cuya proporción, como media, superó la barrera del 50%.
La única excepción es la de la capital. En Roma, Gianni Alemanno,
alcalde saliente, fiel de Berlusconi, que utilizó la retórica de su
pasado neofascista y militarista, fue derrotado por un outsider:
el cirujano Ignazio Marino. Este último es católico pero favorable a los
derechos de los homosexuales, afiliado al Partido Demócrata (PD) pero
partidario de la colaboración con formaciones más a la izquierda, y ha
mantenido buenas relaciones con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe
Grillo. Algunas de su declaraciones han aparecido claramente como
polémicas con la política de “amplios acuerdos” practicada por el PD, lo
que le ha permitido recoger los votos de numerosos electores de las
listas menores.
En numerosas ciudades hasta ahora en manos de la derecha, los
candidatos de la izquierda que se han impuesto son miembros del PD que
han tomado sus distancias en relación a la línea política adoptada por
la dirección de su partido, con símbolos diferentes, o que se han
presentado en listas ciudadanas. Por el contrario, allí donde, como en
Siena -vieja fortaleza del PCI, donde él solo podía superar el 70% de
los votos-, el PD que se ha presentado bajo su símbolo, no ha recogido
más que el mínimo. En este caso, se ha impuesto frente a un adversario
desconocido, pero que ha podido aprovecharse del escándalo del tercer
banco de Italia, Monte dei Paschi di Sienna, desde siempre muy ligado a
las élites políticas de la región.
La derecha desautorizada, el M5S en retroceso
El resultado de estas elecciones no representa por tanto una victoria
de la colaboración entre el PD y Berlusconi tan querida por el
presidente Giorgio Napolitano y el primer ministro Enrico Letta. Esto se
explica por el hundimiento del centro-derecha, golpeado más duramente
que los demás por el abstencionismo. Por una parte, la actitud de
Berlusconi, muy discreto durante esta campaña -esperando así quizá
obtener una intervención política contra una magistratura que le
persigue por numerosos delitos-, ha dejado a numerosos electores de
derecha poco convencidos por el relevo político, favoreciendo así su
abstención. Por otra, la vieja base social de la derecha, constituida
por pequeños y medianos empresarios, ha sido decepcionada por el
abandono, en el marco del acuerdo con el PD, de una promesa electoral
central a sus ojos: la de la reducción drástica de la presión fiscal.
Al mismo tiempo ha tenido también lugar la primera vuelta de las
elecciones en algunas ciudades sicilianas, que ha confirmado las
tendencias registradas en las capitales: un abstencionismo muy fuerte,
pero también un retroceso significativo del M5S. El M5S, sin embargo, ha
realizado en varias ciudades resultados superiores a los que la
izquierda había logrado en el pasado, logrando algunos alcaldes, entre
ellos el de Pomezia, una ciudad obrera de 60.000 habitantes cercana a la
capital.
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