Un equipo de traductores jurados ciegos
llegará hoy a Madrid desde la abadía de Glastonbury, en el condado de
Somerset, Inglaterra, para escuchar todas y cada una de las palabras que
Ana Botella pronunció en su discurso en inglés ante el Comité Olímpico
Internacional. La decisión de recurrir a traductores ciegos se debe,
según los asesores de Botella, a su extraordinaria sensibilidad para
percibir los acentos idiomáticos más acusados y, sobre todo, para evitar
que la sobreactuación de Botella pueda matarles de la risa.
A los traductores se les pedirá que
averigüen si en algún párrafo del discurso se dijo “me suda la polla el
COI y su puta madre”, tal como sospechan algunos lingüistas y analistas
políticos. “No hay otra explicación posible”, aseguran desde el
ayuntamiento madrileño. Si eso fuera así, y la alcaldesa hubiera mentado
a la madre de los miembros del comité, se daría por explicado el
espeluznante misterio que envuelve la derrota de Madrid 2020 en su
intento por organizar los Juegos Olímpicos pese a tener unas
infraestructuras de corrupción tan sofisticadas y tan dinámicas. “Yo,
cuando dije no sé qué de perjaps y ameisin ya me mosqueé”, señala la
alcaldesa.
Tanto el redactor del discurso en inglés
como el dramaturgo que entrenó a la alcaldesa para la declamación del
texto, se encuentran detenidos bajo la acusación de redacción desleal,
el primero, e histrionismo malintencionado, el segundo.
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