Todo el mundo en el PP sabía que Luis Bárcenas se convertiría en una auténtica bomba en cuanto entrara en prisión.
Lo había avisado, lanzó todo tipo de mensajes a la cúpula, directamente
y a través de intermediarios. Un chantaje en toda regla. Ayer empezó a
cumplir su amenaza y dio un giro radical a su estrategia. El extesorero había negado hasta ahora la contabilidad paralela de su puño y letra publicada por EL PAÍS hace cinco meses. Pero ayer El Mundo
publicó una parte de los originales de esos documentos, y contó que se
los entregó el propio Bárcenas, un gesto claro que demuestra que ha
decidido iniciar una dura ofensiva que afecta directamente al presidente
del Gobierno, Mariano Rajoy.
El extesorero no se ha conformado con eso. Está lanzando desde la
cárcel avisos, a través de personas que le están visitando, como el abogado Miguel Durán
—que finalmente no se hará cargo de su defensa—. El mensaje es muy
claro: ha cambiado, está dispuesto a hablar y a refrendar ante el juez
que esos papeles son reales y corresponden a pagos que se hicieron a la
cúpula del PP, entre ella a Rajoy, incluso siendo ministro, algo
prohibido por la Ley de Incompatibilidades.
Y eso sí sería un giro de imprevisibles consecuencias judiciales y
políticas. Tanto la policía como los fiscales y el juez estaban
avanzando en la investigación de los papeles de Bárcenas
publicados por EL PAÍS. Ya habían sido dados por buenos, se certificó
que era su letra e incluso se constató que algunas de las anotaciones de
ingresos supuestamente de constructores —algo también ilegal—
coincidían con donaciones registradas como anónimas en la contabilidad
oficial del partido.
Pero había un problema: Bárcenas lo negó todo ante el juez. Si ahora
lo certifica y da nuevos detalles —nadie tiene más información que él
sobre cómo se ha gestionado el dinero del PP durante 20 años clave— en
sede judicial, el caso podría dar un giro.
“Bárcenas se ha ratificado en todas las acusaciones y tiene
suficiente información para hacer caer al Gobierno actual. El motivo por
el que no lo dijo cuando declaró ante el juez es que ha estado muy
presionado a la hora de ratificar los papeles”, explicó Durán a RAC 1
después de verse con el extesorero. “En la cárcel, está entristecido,
cabreado, pero no lo vi deprimido. Se siente maltratado por su gente”,
remató, ofreciendo así la imagen de alguien dispuesto a la venganza.
Durán, y no parece un dato casual, es abogado de Pablo Crespo, número dos de la trama Gürtel
y mano derecha de Francisco Correa, que también ha cambiado su
estrategia y empieza a contar cosas. Se está reuniendo con muchos
periodistas, como hizo Bárcenas en las semanas anteriores a su entrada
en la cárcel, y ha empezado a dar entrevistas. Incluso el propio Correa,
que, como Crespo, ha salido de la cárcel, empieza a difundir
información en reuniones con periodistas. El giro está muy claro. Y el
PP lo sigue con inquietud, aunque públicamente se insista en que todo es
mentira y por tanto nada se podrá probar. En privado se asegura además
que Rajoy aguantará hasta el final porque es falso que él cobrara
sobresueldos opacos.
Tanto el Gobierno como el PP están convencidos de que Bárcenas está
lanzado e irá sacando más papeles de forma controlada. El mensaje del
extesorero para el Ejecutivo y el PP está claro: si no sale de la
cárcel, está dispuesto a todo. Sin embargo, y pese al enorme desgaste
que este asunto está produciendo de nuevo en el Gobierno y el PP, ya que
afecta nada menos que a su presidente, varios dirigentes transmiten que
hay una cierta tranquilidad basada en varios elementos.
Primero, explican, lo que figura en los papeles de Bárcenas, aunque
fuera cierto —todos insisten en negarlo, incluso en privado, y se
remiten al desmentido rotundo que hizo Rajoy cuando EL PAÍS publicó
estos mismos papeles ampliados—, no es delito —son cantidades que no
suponen delito fiscal e incumplir la ley de incompatibilidades no es un
delito— y en cualquier caso estaría prescrito. Por tanto, es impensable
que el juez inicie el proceso para que el Tribunal Supremo impute a
Rajoy, explican. Y ni siquiera tendría sentido que lo citara como
testigo después de haber rechazado llamar al expresidente José María
Aznar.
Pero, además, creen que Bárcenas, por mucho que esté amenazando con
contar todo ante el juez, no lo hará porque procesalmente no le
conviene, se estaría autoinculpando como gerente y después tesorero. Por
eso confían en que una vez más vaya de farol.
En cualquier caso, según el análisis más extendido, el extesorero
parece estar esperando la resolución de su recurso ante la sala contra
su encarcelamiento. Si se lo rechazan, como parece probable, él
empezaría a poner el ventilador a toda velocidad.
Por si estos frentes fueran pocos, a Rajoy se le abre también de nuevo el interno. Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid, fue durísima ayer
en una intervención ante la cúpula regional del partido en la calle
Génova, en el mismo edificio en que está la sede nacional, donde exigió a
Rajoy que depure ya las responsabilidades por este escándalo, que no
espere a la justicia —esa es la respuesta oficial del presidente y del
PP—. “España y los españoles necesitan que nuestro partido esté limpio,
que lo diga y que lo demuestre. Y si ha habido corruptos, tenemos que
descubrirlos y denunciarlos con más fuerza de la que pueda emplear la
Justicia. Si ha habido irregularidades en la financiación, hay que
reconocerlas. No podemos mirar hacia otro lado. No puede ser que
nuestros militantes pasen vergüenza por ser del PP”, llegó a decir.
Otros dirigentes, sobre todo autonómicos, que no se animan a ser tan
abiertamente críticos como Aguirre —ella siempre se queda sola en el
Comité Ejecutivo Nacional y en el último directamente decidió no hablar—
y que están muy alejados de ella, sí creen sin embargo que el caso no
se está gestionando bien desde el punto de vista político y que con el
silencio y la estrategia típica de Rajoy de esperar y ver ha dejado todo
el espacio para que Bárcenas tenga la sartén por el mango.
Rajoy no habló, ya que no tiene ningún acto público hasta hoy, en
Zaragoza, donde visitará la fábrica Opel. Sus ministros, sí. Jorge
Fernández Díaz (Interior) dijo que él “pone la mano en el fuego por
Rajoy”. Luis de Guindos (Economía) señaló que a los mercados no les
afecta el escándalo, como prueba que ayer bajó la prima de riesgo. Y
José Manuel García Margallo (Exteriores) admitió: “Es obvio que esto no
favorece a la Marca España, pero precisamente por eso hay que hacer un
mayor esfuerzo en subrayar las luces de España, que son muchas”.
Mientras, la estrategia del PP para hacer frente al aluvión consistió en
decir que no hay novedad sobre lo publicado por EL PAÍS. Incluso llegó a
copiar el comunicado que emitió hace cinco meses, aunque quitando la
parte en la que amenazaba a ese periódico con medidas legales. Para el
PP, la historia se repite. Pero si Bárcenas da el giro total y habla,
podrían cambiar muchas cosas.
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