Luis Bárcenas ingresó el pasado jueves en la cárcel
de Soto del Real (Madrid). Con 56 años, ha pasado casi la mitad de su
vida alrededor, junto o al frente de la caja fuerte donde el Partido
Popular guardaba su dinero y alguno de sus secretos financieros
inconfesables. Nadie acumula en el partido tantos conocimientos sobre
las finanzas de la formación política que hoy gobierna España con un
poder casi absoluto.
De todas las hipótesis posibles en relación con la evolución del caso Gürtel, la del extesorero en prisión preventiva era la que más preocupaba
a una parte significativa de la cúpula del Partido Popular. Desde que
Suiza remitió, en diciembre del año pasado, las primeras informaciones
oficiales sobre la fortuna oculta del extesorero en el Dresdner Bank, en
el PP había un temor creciente ante la posibilidad de que el juez Pablo
Ruz, instructor del caso, dictase un auto de prisión contra Luis
Bárcenas. Pero nadie quería creer que el temor se convirtiera en
realidad.
Lo que el extesorero del PP sabe sobre supuestas prácticas ilegales
del partido, y lo que está dispuesto a contar en una situación extrema
—como la que puede vivir encerrado entre los muros de la cárcel de Soto
del Real— mantiene al PP inquieto, preocupado y dividido.
El extesorero del PP, según han explicado a EL PAÍS fuentes de su
entorno, guarda numerosa documentación que probaría, sin margen de duda,
la financiación ilegal de esta formación política en distintas campañas
electorales; implicaría a distintos dirigentes de la cúpula en negocios
al margen de la ley y comprometería a una decena de empresarios
vinculados a este partido, que apoyaron con dinero no declarado la
financiación de la formación conservadora en momentos de especial
interés.
Cuando su imputación en el caso Gürtel estaba tramitándose
en el Tribunal Supremo, en el verano de 2009, Luis Bárcenas sacó de la
sede central del partido, en la calle de Génova, 13, en Madrid, una
serie de carpetas con abundante documentación. Su intención era utilizar
ese material, que él controló durante 20 años como gerente y tesorero
del partido, para defenderse del acoso judicial, en la creencia de que
su amenaza de “tirar de la manta” activaría todos los mecanismos en el
partido para protegerle de jueces, fiscales y policías.
Con Luis Bárcenas en la cárcel, esa amenaza de chantaje crece, aunque
el presidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy, asegure en
público que no le preocupan las maniobras de su extesorero. Hasta hace cuatro meses, el PP protegía a Bárcenas, incluso con un sueldo que nadie más cobraba en el partido. Sus fondos en Suiza le han convertido en un apestado, aunque todavía no para todos.
Las posibilidades de que Luis Bárcenas implique al PP en sus problemas con la justicia son varias:
» Financiación ilegal, campañas con sobrecoste. Luis
Bárcenas, según ha podido comprobar este periódico, guarda los
certificados bancarios de los ingresos que hicieron distintos
empresarios al partido en campañas electorales —bien nacionales, bien
autonómicas— en las que los gastos se dispararon muy por encima de los
permitido por la ley. El PP tuvo que remitir al Tribunal de Cuentas,
según la documentación que maneja el extesorero, una información parcial
de los gastos realizados, que en realidad fueron muy superiores a los
declarados oficialmente. Ese presupuesto extra que el PP utilizó en
distintas campañas fue financiado con aportaciones de empresarios por distintas vías,
unas aparentemente legales y otras totalmente opacas, según las pruebas
que maneja Bárcenas y a las que ha tenido acceso este periódico.
» Empresarios comprometidos. Es una situación parecida a la que registran los cuadernos de Bárcenas,
donde el extesorero anotó de su puño y letra, según el informe pericial
de la policía, donaciones ilegales por 7,3 millones de euros a lo largo
de casi diez años. El antiguo responsable de los fondos del partido
empleó una parte del dinero en gastos de funcionamiento ordinario del PP
y en el supuesto pago de sobresueldos a la cúpula.
Y el resto lo legalizó ingresándolo en la cuenta exclusiva para los
donativos que tenía en el Banco de Vitoria. Lo hizo troceando la
cantidad real donada —siempre en paquetes inferiores a 60.000 euros— y
haciéndola pasar como anónima, con lo que impedía cualquier seguimiento
de las mismas por parte del Tribunal de Cuentas.
Aunque la mayoría de los empresarios han negado ante el juez Ruz
haber hecho esas donaciones, Luis Bárcenas tiene toda la información
acerca de los dueños o directivos de empresas que aportaron los fondos y
las circunstancias en que se produjeron esos ingresos de dinero.
» Comidas de negocios y supuestas mordidas. Bárcenas
ha detallado a alguno de sus compañeros de partido y colaboradores en
almuerzos de trabajo, en los que participó junto a otros dirigentes del
PP, diversas entregas de dinero por distintas vías de empresarios que
habían recibido adjudicaciones de administraciones gobernadas por la
formación conservadora.
Luis Bárcenas detalló en notas mecanografiadas esas prácticas,
imposibles de demostrar porque el extesorero tan solo aporta como prueba
recortes de periódico donde se habla de las adjudicaciones que, según
él, dieron lugar a las ayudas económicas al PP de los empresarios
beneficiados por el contrato público.
» Las coartadas contra Francisco Correa. Bárcenas repite a todos los que quieren escucharle que su relación con Francisco Correa,
cabecilla de la trama corrupta Gürtel, lejos de ser amistosa fue tensa y
terminó en ruptura a partir de la llegada de Mariano Rajoy a la
presidencia del partido en 2004. Numerosos documentos hallados por la
policía en los registros de las distintas sedes empresariales que
utilizaba Correa cuentan una versión muy distinta de la que defiende
Bárcenas.
El extesorero del PP insiste en que no fue él quien introdujo a
Francisco Correa en el partido, y para demostrarlo no duda en facilitar,
a través de su entorno, fotografías del jefe de la red Gürtel donde se
le ve acompañado de distintos dirigentes autonómicos y nacionales del PP
en el palco que tenía alquilado hace años para presenciar los partidos
del Máster de Tenis en el pabellón municipal Madrid-Arena. Entre las
fotografías que manejaba Bárcenas había una (que ilustra estas páginas,
de octubre de 2004) donde se ve a Correa junto al matrimonio de
Alejandro Agag y Ana Aznar, al que el cabecilla de la trama regaló en su boda más de 36.000 euros,
el presupuesto de la iluminación y el sonido de la fiesta que siguió al
enlace en la finca de Los Arcos, en la sierra de Madrid.
Tanto Alejandro Agag como el expresidente del Gobierno José María
Aznar han recalcado que aquel regalo se hizo cuando Francisco Correa no
estaba inmerso en ningún procedimiento judicial ni había sospechas de su
participación en una red de corrupción masiva.
Cuando se celebró la boda, las empresas de Correa llevaban en
exclusiva los actos del PP a nivel nacional donde participaba José María
Aznar; se encargaba de algunos de los viajes que contrataba el palacio
de la Moncloa para los asesores del presidente; tenía contratos a dedo
en AENA, organismo dependiente del Ministerio de Fomento, y colaboraba
activamente con numerosos Ayuntamientos madrileños donde gobernaba el
PP.
» Objetivos personales. Bárcenas también se reservó
para sí algunos documentos sobre pagos que hizo como tesorero del PP a
sociedades aparentemente inocuas que en realidad eran propiedad de
dirigentes del PP a los que el entonces tesorero no apreciaba mucho. De
hecho, el hoy extesorero consideraba que parte de su infortunio dentro
del partido se debía a esos dirigentes a los que había tenido que pagar
en concepto de minutas por asesorías jurídicas o por regalos de empresa.
Durante el último año y medio, Luis Bárcenas trasladó a numerosos
dirigentes del PP sus quejas sobre el trato que le daban las dos
fiscales Anticorrupción encargadas del caso Gürtel y los mandos
policiales de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) que
elaboraban informes sobre el extesorero. Las quejas de Bárcenas, de una
manera o de otra, llegaron a oídos de los ministros del Interior, Jorge Fernández, y Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Diversas fuentes próximas a ambos dirigentes del Gobierno aseguran que
no hicieron nada, pese a las presiones de Bárcenas, ni hubieran podido
hacerlo ante las evidencias que arrojaba la investigación judicial sobre
los delitos cometidos por el extesorero del PP.
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