En una votación histórica, anhelada durante décadas por
inmigrantes, legisladores, activistas y numerosas organizaciones de
Estados Unidos, el Comité Judicial del Senado aprobó este martes el proyecto de ley para la reforma del sistema de inmigración.
La votación del Comité es el primer paso en un largo proceso para
reformar un sistema que ya no responde a las necesidades sociales y
económicas del país. La ley será propuesta para votación ante el Senado
durante el próximo mes de junio y después deberá ser respaldada por la
Cámara de Representantes.
Han pasado seis años desde el último intento similar,
fracasado tras un amargo debate, y casi tres décadas desde que los
políticos estadounidenses empezasen a estudiar medidas para reinventar
un sistema migratorio obsoleto e injusto. “Ninguno de los miembros del
Comité consiguió todo lo que quería, ni yo tampoco”, declaró el
presidente Obama tras conocer la votación del Comité, con 13 votos a
favor -entre ellos tres republicanos- y cinco en contra. “Pero todos
tenemos la obligación hacia el pueblo americano de lograr el mejor
resultado posible”.
Durante las últimas semanas, el Comité ha debatido y votado
más de 100 propuestas para modificar el texto legislativo, redactado
por el “Grupo de los Ocho”.
Los cuatro senadores demócratas y cuatro republicanos que negociaron el
texto desde el pasado mes de enero representan un ejemplo de
colaboración bipartidista poco común en Washington desde 2010 e
impensable, especialmente en el ámbito de la inmigración, hace solo seis
meses.
El proyecto de reforma del Senado incluye una vía de acceso
a la ciudadanía para 11 millones de indocumentados, medidas para
reforzar la seguridad en la frontera -aunque sin supeditar a ésta el
proceso de regularización- cambios en las condiciones de internamiento
de los ‘sin papeles’ que esperan a la deportación, la propuesta conocida como “Dream Act” para jóvenes indocumentados, nuevos permisos para trabajadores temporales o una importante renovación del programa de visados para profesionales especializados.
Los demócratas confían en que tendrán 70 votos
para sacar adelante la reforma en el Senado y enviar el texto
directamente a la Cámara de Representantes
Los miembros del comité han rechazado, entre otras, una
enmienda que negaba la la ciudadanía para indocumentados -uno de los
pilares de la legislación y uno de los apartados imprescindibles para Obama-
y han aprobado otras como la creación de un sistema en los aeropuertos
para saber en qué momento abandonan los inmigrantes el país o aumentar
las facilidades para contratar a extranjeros.
El partido del presidente quiere dejar claro a los
hispanos, un electorado cada vez más determinante en cada convocatoria,
que defenderán sus intereses. Por su parte, los republicanos quieren alejarse de leyes como la de Arizona,
pero tampoco quieren verse obligados a defender en la campaña electoral
de 2014 por qué votaron a favor de una ley propuesta por Obama.
La aprobación del texto por parte del Comité es una
victoria para el presidente, que ya en 2008 se postuló como el candidato
que reformaría el sistema de inmigración. La profunda crisis económica,
dos guerras y la reforma del sistema sanitario consumieron todo su
capital político, obligándole a romper aquella promesa. Dos años
después, el Partido Republicano se instalaba en la Cámara de
Representantes con una mayoría que cambió el panorama drásticamente.
Obama sólo tendría otra oportunidad: 2012.
Tenemos una oportunidad histórica para modernizar nuestro sistema migratorio para que responda a las necesidades del siglo XXI”Marco Rubio, senador republicano
Para entonces el electorado hispano ya había aprendido la
lección. El Partido Republicano sólo ofrecía propuestas antiinmigrantes.
Un apoyo aplastante al candidato demócrata trasladaría un mensaje mucho
más claro: siete de cada diez hispanos afirmaron con su papeleta
electoral que en la reforma estaba el futuro político de cualquier
aspirante a la Casa Blanca. Antes de que Obama hubiera acabado de
celebrar su victoria, los republicanos ya le habían ofrecido recorrer
juntos el camino para modificar, como nadie lo ha conseguido en tres
décadas, un sistema ineficiente e injusto.
Este martes celebraban la votación del Comité. “Tenemos una
oportunidad histórica para modernizar nuestro sistema migratorio para
que responda a las necesidades del siglo XXI”, declaró el senador
republicano Marco Rubio, uno de los ocho negociadores de la propuesta,
en un comunicado. “Me mantengo optimista ante la posibilidad de que el
Senado, al mejorar una ley a través de un debate abierto y decidido,
aproveche esta oportunidad”.
Rubio, respaldado por el Tea Party, es el eje que acerca a
los conservadores a una propuesta mucho más popular, tradicionalmente,
entre los demócratas. Rubio debe convencer a éstos de que algunas de las
exigencias de los republicanos son imprescindibles para aprobar la
legislación. Si la ley fracasa, Rubio será responsable.
Si la ley sale adelante, pero no incluye sus principales
reivindicaciones, el Partido Republicano no le perdonará que Obama logre
poner su sello a otra reforma histórica.
El texto legislativo ha logrado salir exitoso del Comité
sin enfrentarse a un debate que muchos anticiparon, recordando las
amargas discusiones que en 2007 derribaron la coalición de los senadores
John McCain y Ted Kennedy. Los demócratas confían en que tendrán 70
votos en el Senado para sacar adelante la reforma y enviar el texto
directamente a la Cámara de Representantes -que trabaja en su propia propuesta. Allí es donde los republicanos presentarán el verdadero pulso.
El texto de la Cámara, todavía por definir, podría ser
mucho más conservador, poniendo en duda incluso el nivel de beneficios
públicos a los que pueden acceder los indocumentados, una vez que
comiencen su proceso de regularización. Varios republicanos ya han
manifestado que se opondrán simplemente a cualquier texto,
independientemente de lo que proponga, que aspire a reformar el sistema
en su totalidad, no por partes.
El portavoz de la mayoría demócrata en el Senado, Harry
Reid, ha anunciado que propondrá la legislación a voto tan pronto como
la primera semana de junio. Si la ley sale adelante, deberá ser sometida
a votación entonces por la Cámara de Representantes.
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