Es una versión americana de Andrés Rabadán, conocido popularmente
como el asesino de la ballesta, en referencia al arma con la que asesinó
a su padre en 1994. Rabadán descarriló trenes, pero Christopher Krumm
trató, al estilo estadounidense, de cometer una matanza en un campus
universitario, pero con un toque original y macabro: un arco y una
flecha. Al final, la carnicería acabó con solo tres muertos. Uno de
ellos, el padre de Krumm, James, quien literalmente sacrificó su vida
para que su hijo no matara a más personas.
Así es como James Krumm, de 56 años, murió el
viernes por una flecha que le atravesó el cerebro disparada por
Christopher, de 25. Poco antes Christopher había matado a puñaladas a la
compañera de su padre, Heidi Arnold. Antes de que llegara la policía,
el joven se suicidó apuñalándose a sí mismo.
Los detalles sobre esta explosión de violencia aún
son confusos. Christopher primero apuñaló en casa a Heidi Arnold, que
también era profesora —en su caso, de Matemáticas— en la universidad
local. De allí se dirigió al campus universitario de Casper, una ciudad
de 55.000 habitantes en el estado de Wyoming, el menos poblado de
Estados Unidos, y que vive fundamentalmente de la extracción de
petróleo, carbón y uranio.
Christopher llevaba un arco de precisión y dos cuchillos —uno de
ellos "muy grande", según la policía local—bajo una manta. Y, cuando
llegó al campus, se dirigió hacia el aula en la que su padre estaba
dando clases de Informática. El joven— que había llegado hacía poco a
Wyoming procedente del estado de Connecticut, donde había nacido y había
sido criado— disparó a su padre en la cabeza y trató de atacar a los
estudiantes de éste. Fue entonces cuando, a pesar de estar malherido,
James se enfrentó a su hijo. Fue una lucha desigual.
Armado con sus dos cuchillos, Christopher rápidamente le remató. Pero,
en la refriega, los seis estudiantes que se encontraban en el aula en
aquel momento tuvieron tiempo de escapar y avisar a la policía.
Cuando los agentes llegaron, se encontraron a James Krumm muerto y a
Christopher agonizando después de haberse autolesionado con el cuchillo.
Frente a la casa en la que habían vivido todavía permanecía el cadáver
de Arnold, en medio de la calle. Para el el jefe de la policía local,
Chris Walsh, "el valor que demostró James Krumm no tiene rival".
Los motivos del crimen se desconocen. Arnold era una profesora extremadamente popular entre los estudiantes,
pero tanto ella como James mantenían una vida muy discreta. Se supone
que la relación entre el padre y el hijo—y futuro asesino—no era
estrecha, pero tampoco hay indicios de tensiones familiares graves.
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