Salvo sorpresa de última hora en la votación de este miércoles en el
Parlamento Europeo, el político maltés Tonio Borg será el nuevo comisario de Sanidad y Política de Consumo de la Unión Europea.
Su misión principal será retomar la reforma de la directiva del Tabaco,
que supondrá un duro golpe para el sector al limitar la venta de
cigarrillos y restringir los ingredientes que se usan en su elaboración.
Pero antes incluso de que Borg asuma el cargo -siempre que la
Eurocámara apruebe su nombramiento- el político maltés ya se ha visto
involucrado en un controvertido asunto que podría derivar en conflictos de interés.
Tal y como ha reconocido en un breve comunicado, Borg es accionista de
un fondo de inversión de Malta (La Valette Sterling Income Fund) que a
su vez posee bonos de Imperial Tobacco, la cuarta mayor tabaquera del
mundo.
En concreto, la inversión de Borg en este fondo es de 2.256 libras esterlinas (unos 2.800 euros)
y el año pasado obtuvo un rendimiento de 90 libras (111 euros), según
ha declarado él mismo. Según el informe mensual de La Valette Sterling
Income Fund, el fondo gestionaba en septiembre un patrimonio de 67
millones de euros, de los que el 1,17% estaba invertido en deuda de la
tabaquera. "La suma que el año pasado ganó indirectamente por la
inversión en esta compañía fue de sólo 2,2 euros".
La cifra resulta insignificante, tanto por la inversión de Borg en
este fondo como por el patrimonio total gestionado, muy bajo en
comparación con la gran parte de fondos de inversión europeos. Pero
antes de que su participación le salpicara, el político ha decidido vender sus acciones en dicho fondo.
"Mi participación es infinitesimal en el fondo, que no tiene influencia
en Imperial Tobacco", explica Borg. "A pesar de que no hay conflicto de
interés, y para demostrar mi buena fe, he dado instrucciones para
deshacer esta inversión", concluye.
La reforma de la directiva del tabaco está detrás de la reciente dimisión de John Dalli,
el comisario de Sanidad que con toda probabilidad va a sustituir ahora
Borg. Dalli dimitió -o le forzaron a dimitir, como él argumenta- por
verse envuelto en un presunto caso de tráfico de influencias que detectó
la oficina antifraude de la Unión Europea. Según la investigación, el
ex comisario sabía que un empresario maltés estaba actuando en su nombre
para pedir dinero a empresas con intereses en el sector del tabaco a
cambio de una supuesta modificación de la directiva que beneficiaría a
esas compañías.
El nombramiento de Borg ha empezado con mal pie. No sólo por el
reconocimiento de que indirectamente tiene intereses económicos en una
empresa que se verá afectada por la reforma normativa del tabaco, sino
también por su controvertido perfil político, de corte ultraconservador.
Hace tres años este ex ministro maltés de Asuntos Exteriores defendió
que las parejas homosexuales debían quedar excluidas de la ley europea
sobre libre circulación de personas. Su razonamiento fue que sólo se
debía proteger las relaciones acordes con el interés nacional de Malta.
En un país ya de por sí muy conservador -en Malta el divorcio era
ilegal hasta el pasado año- Borg ha sido en ocasiones criticado por su
ideología contraria al aborto y las parejas homosexuales, así como por
su controvertida política de asilo para los inmigrantes.
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