La ensaimada es una de las compras que no puede faltar si eres
turista. Pero lo que la pareja protagonista de esta historia no sabía es
que tendría que pagar un extra si quería llevarlas a su destino. Ambos
llegaron a la puerta de embarque de un vuelo Palma-Reus con una pequeña
maleta cada uno, bolsos de mano y sendos paquetes de ensaimadas.
Nada más detectarlos, una azafata de Ryanair les informa de que sólo
pueden embarcar con un bulto cada uno –porque no habían comprado las
ensaimadas en una tienda del aeropuerto–. En esos momentos de la conversación sus caras ya eran un poema.
Rápidamente se afanaron en introducir los bolsos de mano dentro de las
maletas, pero el típico dulce mallorquín no tenía acomodo posible.
Mientras tanto el resto del pasaje seguía embarcando y ellos buscaban un arreglo con las azafatas. No fue posible. Los
dos accedieron los últimos al avión con cara de pocos amigos después de
haber pagado 100 euros por los dos paquetes de ensaimadas.
Pero hay muchas más situaciones. Gente indignada porque tiene que
pagar 50 euros o si no, no vuela, discusiones subidas de tono de
pasajeros con las empleadas de la aerolínea o personas que al no llevar
suficiente dinero encima se ven obligadas a quedarse en tierra por no
poder pagar esos extras. Algo que se ha convertido en cotidiano y que la
low cost irlandesa, que en las últimas semanas se encuentra en el ojo
del huracán por varios incidentes en diferentes aeropuertos, justifica
remitiéndose a su web, donde aparece detallada toda su normativa.
Situaciones en las que a veces es necesaria presencia policial
Todos hemos oído infinidad de historias sobre Ryanair. Nadie discute
que sus tarifas son muy económicas pero ya se sabe, a veces lo barato
sale caro. Venden billetes a precios imbatibles, pero sólo eso,
billetes. Si se quiere algo más, toca pasar por caja.
Lo que normalmente incluyen las aerolíneas tradicionales en el precio
de sus pasajes, la low cost irlandesa lo disecciona en pequeños
apartados que deben abonarse previamente a través de su web. Ya sean
maletas, la elección de asientos (las filas de las ventanillas de
emergencia), más de un bulto a bordo, embarque prioritario... todo tiene
un extra en Ryanair y ya hay quien la ha bautizado como la compañía de las "mil y una tasas".
Una mañana en el aeropuerto de Palma o el de Madrid basta para
comprobarlo. Aunque cada vez más gente conoce las peculiaridades de
comprar billetes con ellos, todavía hay algún que otro despistado que se
lleva una desagradable sorpresa justo cuando se dispone a embarcar o
acude a facturación sin haber cumplido alguno de sus requisitos. Y en
ese sentido, la compañía es inflexible. Si no se respetan sus
normas a rajatabla, el incauto pasajero se ve obligado a rascarse el
bolsillo para poder volar. De lo contrario se queda en tierra.
Este tipo de situaciones se da a diario y genera escenas en ocasiones surrealistas que, incluso, requieren de la presencia de agentes de la Policía Nacional o Guardia Civil del aeropuerto para controlar las reacciones de los viajeros.
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