Los alumnos catalanes de primero de ESO que arrastren dificultades en
matemáticas o lenguas estudiarán en grupos separados al resto de sus
compañeros. Es lo que contempla el Programa Intensivo de Mejora (PIM)
que se pondrá en marcha el próximo curso en aquellos centros públicos y
concertados que decidan adherirse. El proyecto está pensado para alumnos
que arrastran dificultades en estas asignaturas desde Primaria y que se
espera que estas se solventen durante el primer curso de la Secundaria.
“Se trata de reforzar las materias básicas para que todos tengan la
misma posibilidad de titulación al final de la secundaria”, defendió la
consejera de Enseñanza, Irene Rigau, en la Comisión de Educación del Parlamento catalán.
Con esta medida, incluida dentro del plan de lucha contra el fracaso
escolar, la Generalitat espera mejorar la cifra de graduados en
Secundaria (uno de cada cinco alumnos no obtiene el título) y del
abandono prematuro de los estudios (no se continúa con el bachillerato o
la FP), que afecta al 24% de los alumnos.
El programa está especialmente enfocado a mejorar las materias
instrumentales —las matemáticas y las lenguas—, las que habitualmente
más se les resisten a los alumnos en las evaluaciones. La consejería ha
cifrado entre un 10% y un 15% los estudiantes —que son los que obtienen
peores calificaciones en las evaluaciones de primaria que realiza la
Generalitat— que podrían añadirse al programa de refuerzo, que será
obligatorio para los alumnos. Serán los centros educativos los que
evalúen cada caso y decidan qué estudiantes deben estar separados del
grupo.
La previsión con la que trabaja la Generalitat es que esta separación
del alumno dure un año. La consejería defiende que con un refuerzo
durante un curso —aunque puede durar menos y el alumno puede
reincorporarse al grupo en cualquier momento— debe ser suficiente para
alcanzar el mismo nivel que el resto de compañeros.
La implantación de este sistema, no obstante, no irá acompañada de
una dotación de profesores adicionales para atender a los grupos de
refuerzo. Rigau considera que los centros cuentan ya con docentes
suficientes y que basta con “organizar mejor las plantillas”. “Además,
los profesores tendrán más horas libres en los próximos cursos con la
eliminación de asignaturas optativas y con la posibilidad de cursar
parte del bachillerato a distancia”, justificó Enseñanza.
La consejera catalana se quiso adelantar ayer a posibles críticas y
quitó hierro al aspecto de la separación. “No es una segregación, es un
grupo que se desdobla para trabajar mejor”, señaló Rigau.
Actualmente, ya existen diferentes fórmulas de refuerzo escolar. En
infantil y primaria se lleva a cabo el Soporte Escolar Personalizado
(SEP), destinado tanto a alumnos con altas capacidades como los que
tienen dificultad de aprendizaje. Estos apoyos se realizan en grupos muy
reducidos de alumnos —a veces también de forma individualizada— y fuera
del horario escolar. También hasta hace dos años existía la llamada
sexta hora escolar en Primaria, que servía para reforzar materias que
quedaban cojas y equiparaba los horarios de las escuelas públicas con
las concertadas. Una de las primeras medidas que tomó Rigau al asumir el
mando de la cartera en 2010 fue eliminar este refuerzo.
La separación por grupos convivirá con estos apoyos escolares fuera
del horario lectivo. Los centros educativos serán los que decidan si
optan por esta vía o bien crean grupos separados. “Si un alumno va mal
en matemáticas, cuando quiera escoger una asignatura optativa se le
reconducirá hacia una asignatura que refuerce el área que lleve más
floja”, terció Rigau.
El catedrático del Departamento de Didáctica de Ciencias Sociales de
la Universidad de Barcelona, Joaquim Prats, apunta que la separación de
grupos ya se ha realizado en muchos centros, especialmente en inglés,
“pero hasta ahora no era reconocido por la Generalitat”. Prats se
muestra a favor de diferenciar a los alumnos según su nivel, por
ejemplo, de inglés, pero no ve que se pueda aplicar de la misma forma en
matemáticas y otras asignaturas. “Lo criticable es que hagan el grupo
de los listos y el de los tontos en todas las asignaturas”, subraya
Prats.
Una opinión muy diferente expresa Jesús Enfedaque, profesor de
Didáctica de las Matemáticas de la UB, que rechaza el proyecto por la
“estigmatización” que puede provocar a los alumnos que son separados.
Enfedaque ve inviable que los alumnos con dificultades puedan ponerse al
día en un curso e igualar a sus compañeros. “La brecha será mayor. Los
alumnos del aula normal avanzarán más rápido y los rezagados se quedarán
siempre atrás”, alerta el profesor.
La medida no gustó a los partidos de la oposición, presentes en la
comisión parlamentaria donde Rigau anunció el plan. Desde los
socialistas, Iniciativa, Esquerra hasta el PP, coincidieron en rechazar
la medida. “Atención individualizada y refuerzo sí, pero segregación
no”, señalaron todos los grupos.
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