“Mi hermano murió ahogado en su propia sangre después de esperar
nueve meses a que le operaran”. Laura Canabal resume así de crudamente
el fallecimiento de su hermano Luis, quien cumpliría 49 años el próximo 5
de mayo. Según los papeles que aporta Laura, su hermano entró en lista
de espera para operarse de un aneurisma (ensanchamiento) de aorta el 10
de mayo de 2012. Falleció, según recoge el certificado médico, por una
“rotura de aneurisma disecante de aorta” a las 00.30 del 21 de febrero
de 2013. Es decir, de lo que se suponía que iban a tratarle. Estuvo a
punto de ser operado en enero, pero llegaron pacientes más graves,
indica un portavoz de la Junta de Castilla y León. Los abogados de la
familia tienen preparada una reclamación patrimonial contra el Servicio
de Salud autonómico.
La consejería confirma los datos que ofrece Laura. En un correo
enviado a este periódico, un portavoz describe que se trata de un
“paciente diagnosticado de aneurisma de aorta ascendente con
insuficiencia aórtica”, y que fue “incluido en lista de espera
quirúrgica el 10/05/2012”.
El problema es que fue considerado de prioridad 3, “no urgente”, lo
que, según la web de la consejería, indica que son “pacientes cuya
patología permite la demora del tratamiento, ya que aquella no produce
secuelas importantes”. “Los pacientes en espera son valorados en función
de esa prioridad”, indica el portavoz de la consejería.
Laura Canabal y su abogado, Javier de la Peña, de Lex Abogacía, creen
que, obviamente, “visto lo que ha pasado”, aquella calificación no era
buena.
Aquí surge uno de los problemas del caso. Según el historial que le
hicieron a Luis, su aorta tenía una dilatación máxima de 58 milímetros.
Pero en el informe de alta del servicio de Hemodinámica que emitió el
Complejo Asistencial de León cuando fue el 9 de mayo para que le
hicieran el preoperatorio se refleja que tiene una “dilatación
aneurismática de aorta torácica ascendente” con un “diámetro de 46
milímetros”.
La diferencia entre esos 58 milímetros máximos y los 46 del último
informe no es irrelevante. Gonzalo Barón Esquivias, presidente de la
sección de Cardiología Clínica y Extrahospitalaria de la Sociedad
Española de Cardiología, explica por correo electrónico: “Un aneurisma
de aorta tiene siempre riesgo de rotura, pero la decisión de cuándo debe
operarse se basa en la dimensión de la dilatación. La indicación se
establece en pacientes con aneurisma de aorta mayor de 45 milímetros
solo en caso de que además padezcan un síndrome de Marfan, y en los que
tienen 50 años o más si además tienen una aorta bicúspide. En el resto
de los pacientes, solo se indica si la raíz aórtica es mayor de 55
milímetros”. Si no “no está indicado operarlo”.
Laura no entiende de tanto tecnicismo. “Mi hermano se pasó nueve
meses esperando que le llamaran. Era un buen hombre que deja una mujer y
un hijo. Estaba muy preocupado. Ya había tenido otros problemas de
salud, porque había sido minero y había tenido que dejar de trabajar”.
El portavoz de la Junta aclara este aspecto. Los pacientes “tienen
disponible un teléfono de contacto que se utilizó los días 19/10/2012 y
11/02/2013, confirmando que continuaba en situación asintomática”. “El
tipo de trastorno que presentaba (sin síntomas de carácter cardiológico y
sin hipertensión pulmonar ni enfermedad coronaria asociada) es de menor
riesgo que otras valvulopatías; por ello, clínicamente se consideró de
menor prioridad que otras”.
Además, hubo mala suerte. “La intervención llegó a estar programada
en enero de 2013 y fue suspendida como consecuencia de urgencias
quirúrgicas en pacientes ya ingresados en la unidad coronaria”, indica
el portavoz.
Laura se indigna cuando se entera de que su hermano estuvo a punto de
ser operado. “Si tenían tanta lista de espera, ¿es que no hay otros
hospitales en España para hacerlo?”.
Pero, aparte del retraso en la operación, la familia de Canabal cree
que también hubo fallos clamorosos el día de su muerte. “Cuando mi
hermano empezó a encontrarse mal, fue a la médica de cabecera y le
diagnosticaron una indigestión. Lo mandaron para casa. A las ocho horas
volvió a urgencias”.
A Laura le cuesta concluir la historia. Dos meses después del
fallecimiento de su hermano, tiene depresión y rompe a llorar con
facilidad. “En urgencias pasó cuatro horas, hasta que se dieron cuenta
de lo que le pasaba. Llamaron al hospital de León porque en el del
Bierzo no hay cardiología, y tardaron una hora en mandar la ambulancia.
Nada más montarlo en ella, falleció”.
Los informes médicos confirman esta versión. “Paciente que ingresó el
20/02/2013 sobre las 20.00 en urgencias”, escribe el jefe de guardia de
hospital El Bierzo. “Se diagnosticó de aneurisma disecante de aorta.
Fue trasladado en UVI móvil desde el servicio de urgencias hacia el
Hospital de León. A los pocos kilómetros de salir, empezó con problemas
hemodinámicos que no responden a tratamiento, dando la vuelta y
regresando a nuestro hospital, donde ingresó ya cadáver”.
Este es el resumen, porque lo importante, según señala Laura, es el
tiempo que pasa. “Primero le diagnosticaron indigestión, y ya se estaba
muriendo”, dice. El informe del box 28 de urgencias lo deja claro.
“Cuadro de ocho horas de dolor en el hemiabdomen superior después de
comer continuo, acompañado de un vómito, diarreas líquidas abundantes
con restos de sangre”, indica. Esto es a las 20.00 horas, cuando llega.
Pero a las 23.00, otro médico de urgencias señala ya “disección de
aorta torácica”. Las anotaciones siguen: “Se habla telefónicamente con
H. León (Cardiología) y se decide traslado”. A las 00.00, “llegada de
UVI móvil. Paciente estable hemodinámicamente. Se traslada”. El final de
la historia es el que ya se ha contado.
“No sé si mi hermano podía haberse salvado, pero no le dieron la
oportunidad. Primero, con la espera en operarle, y luego con el tiempo
que le tuvieron en urgencias pese a conocer su historial. No sé si
quieren cargarse el sistema sanitario, pero a mí, desde luego, no me
podían haber hecho más daño”, concluye Laura.
Un problema en aumento
Situación. Los recortes presupuestarios en sanidad de las comunidades autónomas han obligado a abandonar los planes para reducir las listas de espera.Antecedentes. La denuncia de cardiólogos catalanes a principios de este siglo de que varios pacientes habían muerto mientras esperaban una operación de corazón llevó a la primera decisión: contar el tiempo y personas que esperan para ser operados. Los datos los reúne el Ministerio de Sanidad que, para conseguir que las comunidades se los den, acordó con ellas no dar un desglose. Con ello evitaba que los ciudadanos hicieran comparaciones.
Datos oficiales. Los últimos datos que ha ofrecido Sanidad son los de junio de 2012. Según sus cuentas, el número de personas que esperaban para ser operadas en toda España (menos Madrid, que no computa porque no da datos homologables) superaba el medio millón, un 28,6% más que en el mismo mes de un año antes.
Todos los otros indicadores referidos a la demora han empeorado recientemente. Por ejemplo, el Ministerio de Sanidad indica que, en el conjunto de España, el tiempo medio que aguarda un paciente para operarse era, en junio de 2012, de 76 días, 12 más (un aumento del 18,75%) que un año antes.
Castilla y León. En la comunidad de Luis Canabal Ramón, el número de personas que había esperando una operación aumentó un 55% entre 2010 y 2012, según los datos que la Junta facilitó a este periódico.
También la demora media para operarse ha aumentado. La Junta indicó que en su comunidad la espera estaba en 73 días, un 52,1% más que un año antes. Esta demora se vio ampliamente superada en el caso de Luis Canabal: entró en la lista de espera quirúrgica en mayo de ese año y seguía aguardando cuando falleció, nueve meses después.
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