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Muchas veces, cuando hablamos de ciberguerra
uno tiene la sensación de estar hablando de algo que queda muy lejano
de la realidad o sacado de una novela de espías o una película de
ciencia-ficción. Sin embargo, Internet se ha convertido en un nuevo
campo de batalla y son muchos los gobiernos que han creado sus propios
cibercomandos para prevenir ataques y responder ante ellos. Nombres como
Stuxnet o Flame se han hecho muy famosos en los últimos años y gobiernos como el de Estados Unidos no ocultan su interés en comprar armas para la ciberguerra y, en este sentido, en el día de hoy han reclasificado seis sistemas que habían desarrollado para catalogarlos como armas potenciales ¿Puede considerarse el software un arma al uso?
El
cambio de clasificación que ha realizado la Fuerza Aérea de Estados
Unidos, concretamente el mando del Comando Espacial que además de las
comunicaciones por satélite se encarga de las operaciones en el
ciberespacio de la Fuerza Aérea, tiene como objetivo cambiar la
designación de 6 herramientas que se estaban desarrollando en el seno de
la Fuerza Aérea para intentar garantizar la continuidad de los proyectos.
Dicho de otra forma, al clasificarlos como "armas", estas 6
herramientas (de las que no se revelado más detalle) tendrían mayor
probabilidad de seguir como proyectos activos y con presupuesto asignado
(una pequeña victoria entre tanto recorte de presupuesto) así que han
decidido aumentar la prioridad de los proyectos.
Teniendo en
cuenta que cada vez son más los esfuerzos en el ámbito de la
ciberdefensa y los países cada vez dedican más programas y presupuesto a
la protección de infraestructuras críticas y a este tipo de armamento,
la maniobra política se ve bastante clara y no dista mucho de cualquier
movimiento empresarial que busca competir por un presupuesto que está en
proceso de merma y ajuste.
De todas formas, dejando a un lado
este caso, en los últimos dos años y medio con el caso de Stuxnet y la
famosa central nuclear de Irán, las campañas de Anonymous y LulzSec o
algunos casos de espionaje a empresas, hemos tomado conciencia de la
importancia que tiene la red como base de muchos de los servicios que
consideramos básicos y cómo un ataque bien dirigido podría llevar al
traste el suministro eléctrico de una ciudad, causar estragos en la
banca o parar por completo la actividad de una empresa.
Un buen
número de sistemas de información están conectados a la red y, por
tanto, son susceptibles de ser atacados; de hecho, aunque no se quiera
confirmar oficialmente, países como Estados Unidos han integrado
"acciones en la red" como parte de sus planes de batalla, combinando
fuerzas convencionales con el apoyo de ataques en la red, se dice que
Rusia ha efectuado ataques con la intención de presionar a países
vecinos y los equipos de Huawei y ZTE han están sometidos al escrutinio
de Estados Unidos porque no los consideran fiables para cursar sus
comunicaciones.
En una sociedad que depende fuertemente de la tecnología para acceder a servicios básicos, el software y los sistemas en general se han convertido, a la vez, en riesgo, sistemas de defensa y arma, algo que hemos podido ver en casos como los de Stuxnet o Flame que, específicamente, fueron concebidos con estos fines.
Una
inquietante suma de realidades en la que se está invirtiendo mucho
dinero y que, como no, también se ha convertido en una oportunidad de
negocio para las empresas vinculadas al ámbito de la defensa.
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