Hace cuatro años, ante la explosión del escándalo del caso Gürtel, Mariano Rajoy
reaccionó con una imagen simbólica. Una comparecencia con toda la
cúpula del partido detrás en la que leyó un comunicado, sin preguntas, y
dijo: “No hay una trama del PP; hay una trama contra el PP”.
Después se lanzó contra el ministro de Justicia, entonces del PSOE,
Mariano Fernández Bermejo; el juez Baltasar Garzón, instructor del caso,
y la policía. Cuatro años después, Dolores de Cospedal recuperó ayer esa especie de teoría de la conspiración
para defenderse: “Es bastante sorprendente que justo cuando empezamos a
remontar”, dijo en referencia a una supuesta recuperación económica,
“aparecen todas estas informaciones”. Cospedal insistió en todo momento
en que “alguien intenta perjudicar al PP, al Gobierno y al presidente” y
llegó a decir que “el PP se siente atacado”.
Esta fue la primera reacción de defensa, después de que Cospedal
hablara varias veces con Rajoy y se reuniera en Génova 13 con varios
miembros de la cúpula, en especial con Javier Arenas, hombre clave del PP, de absoluta confianza del presidente.
Sin embargo, después de un primer intento de ganar tiempo y desautorizar la documentación publicada ayer por EL PAÍS
con la comparecencia de Cospedal, que trata de alejar el foco de Rajoy
al menos en un primer momento, los dirigentes nacionales y regionales
del PP empezaron ayer a reflexionar para digerir y tratar de reaccionar
ante la conmoción interna causada por los papeles de Bárcenas.
En la cúpula y su entorno, en especial en la calle de Génova, hay
algo más de tranquilidad. Pero las direcciones regionales están muy
inquietas, y la base mucho más, según varios dirigentes. Por eso en la
cúpula se están estudiando medidas alternativas y de fondo más allá de
la primera reacción de choque.
Los aludidos en los papeles de Bárcenas, salvo Pío García Escudero, que descolocó el discurso oficial,
mantienen su rotundo desmentido en público y en privado. Pero en la
dirección son conscientes de que para parar un golpe de este calibre hay
que tomar medidas de choque más contundentes. Rajoy siempre actúa con
calma. Pero de la misma manera que, a regañadientes, acabó aceptando
ante la presión interna abrir una comisión en el PP
encabezada por la tesorera, Carmen Navarro, ahora el presidente debate
con los suyos qué medidas tomar ante las dimensiones que ha alcanzado el
escándalo. Una de las fórmulas para intentar frenar algo el golpe, que
está debatiendo el presidente con su entorno, según fuentes del Gobierno
y del PP, consiste en hacer un ejercicio de transparencia real y
completo de forma inmediata y publicar las declaraciones de la renta
tanto de Rajoy como de los demás miembros y exmiembros de la cúpula que
aparecen en los papeles del extesorero del PP.
No basta con negar, hay que ofrecer documentos, creen algunos
dirigentes. Pero es el líder el que tiene la última palabra. Aunque
Cospedal dijo que las declaraciones de Rajoy y otros ya están en el
Congreso, lo cierto es que solo están desde 2010 —los papeles van de
1990 a 2008—. En la última que Rajoy tiene registrada, solo se dice que
cobró en 2010 98.225 euros por “dietas y gastos de representación” del
PP, y pagó 87.651 euros por IRPF.
Otra posibilidad para frenar el golpe consiste en acelerar el final
de la investigación interna que llevaba a cabo la tesorera. Se esperaba
que la tuviera lista en unos 20 días, pero desde ayer la están
apremiando, aunque parece realmente difícil que la tenga finalizada para
este fin de semana. En el PP hay presión también para dar a conocer
cuanto antes todas las cuentas, las oficiales, las que tiene Navarro
encima de la mesa. Pero también ahí hay dudas y solo el líder decidirá
qué documentos se entregan a la prensa.
Rajoy, fiel a su estilo, intenta mantener la calma, evita comparecer
en un primer momento y habla con todos los dirigentes para escuchar
opiniones. Entre todos le van convenciendo para hacer cosas. Así es como
suelen funcionar las decisiones del presidente, y esta no es una
excepción.
Sin embargo, según admitían ayer en privado varios dirigentes, esta
situación no se parece a ninguna otra. Algunos hablan de “enorme
inquietud” ante el hecho de que en los papeles de Bárcenas aparezca nada
menos que el presidente del Gobierno con supuestos pagos de 25.200
euros anuales durante 11 años.
En un primer momento, la semana pasada, hubo claras divisiones
internas y Cospedal pronunció la famosa frase “que cada palo aguante su
vela”. La situación ha cambiado, el PP intenta hacer piña y la
secretaria general habló “en nombre de todo el PP” y de forma muy
vehemente. El comunicado de Bárcenas
ha dado además a todos los dirigentes algo a lo que agarrarse en sus
respuestas públicas, aunque en privado nadie esconde la preocupación. El
escándalo que toca de lleno a Rajoy, sumado a los escándalos que
afectan a la Corona, dibujan un panorama inquietante, señalaban varios
dirigentes.
El presidente, eso sí, intenta mostrar tranquilidad. Ayer presidió
con normalidad la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, que duró más
de tres horas y debatió sobre asuntos complejos como la reforma local y
la energética. En principio, la reforma local tendrá que esperar todavía
algo más y solo irá un informe al Consejo de Ministros, no la ley.
Rajoy habló con sus ministros y le vieron tranquilo. “Cuando baje la
marea quedarán cuatro lapas”, resumía gráficamente uno de ellos. Pero
todos admitían que de momento está muy alta.
Contestar mañana o hacerlo con Merkel
El jefe del Ejecutivo y presidente del PP, Mariano Rajoy, convocó ayer de urgencia para mañana una reunión extraordinaria de su Comité Ejecutivo Nacional. La convocatoria se produjo horas después de que la número dos de los populares, Dolores de Cospedal, compareciera en la sede nacional para desautorizar las notas contables de Bárcenas.Rajoy ya convocó hace menos de dos semanas, el pasado 21 de enero, al máximo órgano de representación del partido, días después de que se conociera que el extesorero popular tuvo hasta 22 millones de euros en cuentas en Suiza y ante las acusaciones de pagos opacos a sus dirigentes. Entonces logró un cierre de filas de todos los barones, incluso los dirigentes más críticos, como Esperanza Aguirre.
Sin embargo, Rajoy no compareció tras la reunión y Cospedal asumió ese coste. Eso hizo que la primera vez que el presidente contestara a una pregunta sobre el asunto fuera en Santiago de Chile, con el presidente chileno Sebastián Piñera al lado.
Rajoy no desmintió entonces haber cobrado nada y dijo que no iba a entrar al asunto hasta que no se resuelva la investigación interna. Ahora muchos dirigentes confían en que Rajoy sí comparezca mañana no solo para dar tranquilidad al PP, a sus votantes y a toda la ciudadanía, sino también para evitar que se reproduzca el esquema y el presidente ofrezca su primera respuesta el lunes, en Berlín, donde tiene prevista una rueda de prensa conjunta con Angela Merkel. La expectación en el PP y el Gobierno es máxima ante esa reunión de urgencia de mañana, aunque antes queda otro paso: el Consejo de Ministros de hoy con la comparecencia posterior, en principio, de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
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