Teherán, 10 feb (PL) Millones de iraníes festejan hoy 34 años de la
revolución islámica que defenestró a la monarquía Pahlevi, uno de los
más importantes aliados de Estados Unidos en la volátil zona del Cercano
Oriente.
El arribo a esta capital desde su exilio en Francia del Imán Ruollah
Khomeini, el 1 de febrero de 1979, marcó lo que después los iraníes
conocerían como Los Diez Días del Amanecer.
Masas de personas comenzaron a concentrarse en esta capital y en plazas del resto de este vasto país, en una situación marcada por el endurecimiento de las sanciones diplomáticas, financieras y políticas por parte de Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea y amenazas de agresión por Israel.
Las medidas punitivas tratan de obligar a la República Islámica a abandonar su programa de desarrollo nuclear, que califican de militar, a pesar de las seguridades en sentido contrario de las más altas autoridades persas, incluido el Líder Supremo, ayatolá Alí Khamenei, cuya palabra es ley en este país.
Frente a esa creciente hostilidad, que la dirección persa reconoce que afecta a vastos sectores de la población, en especial los niños, reportan éxitos económicos y científicos basados en la estrategia de valerse de sus propios recursos y explotar el potencial humano y productivo del país.
En el curso del último año, fuentes oficiales iraníes dieron cuenta de un sustancial fortalecimiento de las capacidades tecnológicas y de éxitos tales como la autarquía en la provisión de equipos y medios para las fuerzas armadas y la fabricación de naves aéreas no tripuladas.
Esas posibilidades resultan importantes ante las amenazas de agresión militar por parte de Israel, cuyo Gobierno ha hecho de la República Islámica su blanco prioritario.
Masas de personas comenzaron a concentrarse en esta capital y en plazas del resto de este vasto país, en una situación marcada por el endurecimiento de las sanciones diplomáticas, financieras y políticas por parte de Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea y amenazas de agresión por Israel.
Las medidas punitivas tratan de obligar a la República Islámica a abandonar su programa de desarrollo nuclear, que califican de militar, a pesar de las seguridades en sentido contrario de las más altas autoridades persas, incluido el Líder Supremo, ayatolá Alí Khamenei, cuya palabra es ley en este país.
Frente a esa creciente hostilidad, que la dirección persa reconoce que afecta a vastos sectores de la población, en especial los niños, reportan éxitos económicos y científicos basados en la estrategia de valerse de sus propios recursos y explotar el potencial humano y productivo del país.
En el curso del último año, fuentes oficiales iraníes dieron cuenta de un sustancial fortalecimiento de las capacidades tecnológicas y de éxitos tales como la autarquía en la provisión de equipos y medios para las fuerzas armadas y la fabricación de naves aéreas no tripuladas.
Esas posibilidades resultan importantes ante las amenazas de agresión militar por parte de Israel, cuyo Gobierno ha hecho de la República Islámica su blanco prioritario.
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