as autoridades del Estado de Nuevo León (noreste de México)
informaron en la tarde del martes de que ya habían sido recuperados e
identificados los cadáveres de 17 integrantes -14 músicos y tres
ayudantes- del grupo Kombo Kolombia, secuestrados la madrugada del pasado viernes
mientras actuaban en una fiesta privada en la cantina La Carreta del
municipio de Hidalgo, a unos 40 kilómetros de Monterrey, la capital del
Estado.
Las víctimas, que vestían camisetas negras con la leyenda Poderoso Kombo Kolombia
y habían recibido un tiro de gracia en la sien, fueron encontradas en
un pozo de 70 centímetros de diámetro y 15 metros de profundidad del
rancho Las Estacas, situado a tres kilómetros de la carretera
Monterrey-Monclova (Estado de Coahuila), una zona en disputa actualmente
entre el Cartel del Golfo y los Zetas y una de las más violentas del norte del país.
Los 18 integrantes del grupo fueron secuestrados a las 0.30 del viernes
cuando una decena de hombres armados irrumpió en el local y se los
llevaron a la fuerza en presencia de las 50 personas asistentes a la
fiesta. Según el relato del único superviviente, que logró escapar y
ahora es testigo protegido por el Gobierno federal, sus compañeros
fueron transportados en camionetas por caminos sin asfaltar durante
cuatro horas mientras eran interrogados por su captores sobre si
pertenecían a una banda criminal hasta que llegaron al rancho donde
encontrarían la muerte. Fue este testigo, quien tras huir y recibir
ayuda en otro rancho cercano, condujo a las autoridades al lugar de los
hechos.
El portavoz de Seguridad de Nuevo León, Jorge Domene, señaló que el
ataque estuvo dirigido contra el grupo - “no fue por azar”- y afirmó, al
ser entrevistado en Radio Fórmula,
que la principal línea de investigación sobre el móvil de la matanza
sería un acto de venganza o un ajuste de cuentas contra Kombo Kolombia,
derivado del hecho que el grupo solía tocar en bares de Monterrey y su
zona metropolitana, que forman parte de la red de distribución de drogas
de los Zetas.
Fuentes oficiosas citadas por el diario Reporte Índigo, de Monterrey, apuntan que los jefes de los Zetas apoyaban al grupo musical
consiguiéndoles contratos en los bares que pagaban a este cartel por su
protección. El periódico añade que también se investiga la actuación de
Kombo Kolombia en fiestas privadas de este grupo criminal e incluso
dentro del penal del Topo Chico de Monterrey.
Los investigadores hacen hincapié en que ninguna de las 50 personas
del público fueron atacadas y no descartan que el integrante del grupo
que escapó fuese en realidad dejado en libertad para poder reivindicar
el ataque. Por el lugar de la matanza, en la carretera de Monterrey a
Monclova, una ruta estratégica para el trasiego de drogas a EE UU, sería
una forma por parte del Cartel del Golfo de “calentar la plaza”, es
decir, de intentar que las autoridades federales refuercen su presencia
en esta zona, al sentirse más débiles que sus rivales. Tampoco se
descarta que en el pozo se encuentren más restos humanos de otros
asesinatos cometidos por los narcos en Nuevo León en el pasado ni, de
confirmarse esta hipótesis, la venganza en las próximas semanas de los
Zetas.
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