Varios líderes del Partido republicano han defendido en los últimos
días que la reforma del sistema de inmigración es una de las prioridades
de la próxima legislatura. Este cambio de rumbo en uno de los pilares
de la política republicana de los últimos años es la primera muestra de
que el partido se ve abocado a una nueva dirección para garantizar el
apoyo de la población en el futuro.
“Necesitamos una estrategia de sentido común que garantice la
seguridad en nuestras fronteras, refuerce nuestras leyes y arregle el
fallido sistema de inmigración”, afirmó este viernes John Boehner,
portavoz de la Cámara de Representantes. El líder republicano reconoció
que ambos partidos quieren encontrar una solución y, sin entrar en
detalles sobre lo que están dispuestos a negociar, defendió que es
responsabilidad de Obama asumir el liderazgo en este ámbito.
Es la primera vez que el Partido Republicano muestra una actitud
conciliadora en materia de inmigración. La ley de Arizona, aprobada en
2010, inauguró una fase en la que los republicanos cortejaron al ala más
conservadora de su electorado con normativas anti inmigrantes. La
victoria en las legislativas de aquel año, cuando recuperaron la mayoría
en la Cámara de Representantes, extendió esa estrategia hasta la
campaña electoral de 2012, cuando su candidato, Mitt Romney, defendió
que Arizona era un ejemplo para toda la nación y que las
autodeportaciones de indocumentados eran una solución viable a la
inmigración ilegal.
Confío en que el presidente, yo mismo y el resto de legisladores podemos encontrar puntos de acuerdo para resolver este asunto de una vez por todas”
El martes demostró lo errado de esa estrategia. La mitad del electorado hispano participó en las elecciones, representando al 10% de los votantes -un 1% más que en 2008-, y tres de cada cuatro votaron por la reelección del presidente. También eligieron a 70 senadores hispanos en 36 cámaras estatales.
Los hispanos utilizaron las urnas para trasladar a Obama y a la
oposición republicana que quieren la reforma migratoria que ya se les
prometió en 2008. Y los republicanos solo han tardado apenas 48 horas en
reaccionar. Boehner aseguró el jueves en una entrevista con ABC que el
debate sobre inmigración “ha durado demasiado tiempo”. “Confío en que el
presidente, yo mismo y el resto de legisladores podemos encontrar
puntos de acuerdo para resolver este asunto de una vez por todas”,
afirmó, exigiendo a Obama que tome la iniciativa.
En este sentido, el presidente puede argumentar que llega con los
deberes hechos. Durante su primer mandato, firmó un presupuesto
histórico de 600 millones de dólares para el envío de miles de efectivos
a la frontera. También batió otro récord. Con casi un millón y medio de deportaciones en cuatro años
-George Bush deportó a dos millones en el doble de tiempo-, Obama
presume de haber expulsado a aquellos indocumentados que habían violado
las leyes estadounidenses, tal y como exigían los republicanos.
Aquellos que criticaron la supuesta debilidad de Obama en este ámbito
empiezan a sumarse al argumento de Boehner. “El problema no puede
continuar. A mí me parece muy simple de arreglar. Creo que primero se
debe controlar la frontera. Después creas una vía para que los
indocumentados que ya están aquí consigan la ciudadanía -no les dices
que tienen que irse a casa”, afirmó Sean Hannity, presentador de la
cadena conservadora FOX News y uno de los mayores críticos con la
política del presidente. El locutor acababa de dar alas a los
legisladores republicanos para negociar con Obama, al afirmar que su
visión ha “evolucionado” porque se puede deportar a aquellos
indocumentados que tienen antecedentes criminales.
El cambio de opinión de los republicanos ha sido calificado como un
“progreso” por el senador demócrata y presidente del Comité de
Inmigración, Chuck Schumer. Hace solo unos meses, Boehner rechazó votar
una propuesta de la ley de inmigración para estudiantes indocumentados
planteada por Marco Rubio, estrella hispana de su propio partido. Por
parte de los demócratas, el líder de la mayoría en el Senado, Harry
Reid, prometió aprobar una nueva legislación y afirmó que la oposición
republicana asumiría sus propios riesgos en el caso de bloquearla.
Incluso el sheriff de Arizona Joe Arpaio, enfrentado con los hispanos
por la dureza de sus medidas antiinmigrantes, ha ofrecido esta semana
establecer una línea de comunicación con la comunidad para “explicarles
lo que hacemos y mejorar las relaciones”. Arpaio acaba de ser reelegido
en el condado de Maricopa del que es responsable, pero ha sido en estas
elecciones cuando, por primera vez, un candidato aupado por los hispanos
amenazó con quitarle el puesto.
La reforma migratoria cuenta desde hace varios años con el apoyo de
varias coaliciones de empresarios, líderes religiosos y responsables de
las fuerzas de seguridad que han abogado por modernizar el sistema de
inmigración para que responda a las necesidades económicas y laborales
del país. Sin embargo, la falta de acuerdo sobre la regularización de
los 11 millones de indocumentados que viven en el país ha impedido
siquiera que ninguna de las dos partes llegue a presentar un proyecto de
ley que aborde el problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario