.

.

lunes, 22 de octubre de 2012

Algunas lecciones de Venezuela para las elecciones estadounidenses

Truthout

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


En todo EE.UU., organizaciones como la mía están empeñadas en una carrera contra el reloj en el intento de asegurar que comunidades minoritarias tradicionalmente marginadas estén registradas para votar y tengan igualdad de acceso a las urnas. Con presupuestos precarios, y basándose sobre todo en voluntarios, enfrentamos obstáculos que pueden llegar a ser aún más formidables si los tribunales confirman leyes estatales de identidad de los votantes. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, demasiados ciudadanos estadounidenses (millones según algunos cálculos) podrían ser excluidos –mediante injustos requerimientos de identificación, intimidación de los votantes, y otras trampas como el cambio a última hora de la ubicación de los centros de votación– de la votación del 6 de noviembre.
En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha estado involucrado en una campaña similar a la nuestra, aunque con recursos humanos, financieros y técnicos muy superiores. No importa qué se piense del presidente venezolano Hugo Chávez y de sus políticas, podemos aprender de los logros del CNE, una rama independiente del gobierno venezolano que fue establecida en 1999.
Desde su creación, el CNE ha registrado masivamente nuevos votantes y creado miles de nuevos centros electorales. Como resultado, la participación electoral en Venezuela ha aumentado consistentemente y es ahora una de las mejores en el mundo. Setenta y cinco por ciento de los votantes votaron en las elecciones presidenciales en 2006, y un 81% de los votantes participaron en las elecciones del 7 de octubre. Fue más gente que la que haya votado en una elección en la historia de Venezuela, y fue elogiado como un triunfo de la democracia por todas las partes: la oposición, el gobierno, el CNE, y gobiernos y organismos extranjeros.
El CNE también ha logrado mucho éxito en el registro de jóvenes y miembros de las tradicionalmente privadas de derechos comunidades africano-descendientes e indígenas en regiones remotas y necesitadas del país. Además, Venezuela aprobó una ley de amnistía en 2004 para naturalizar a su población inmigrante indocumentada (sobre todo colombianos y ecuatorianos – ¡un 10% de la población!). Como resultado, más de un 96% de los ciudadanos elegibles del país están ahora registrados para votar, en comparación con solo un 65% en EE.UU.
En Venezuela, las elecciones –como en muchos otros países latinoamericanos– tienen lugar los domingos a fin de posibilitar mayor participación.
En contraste, la legislatura estatal de Florida acaba de prohibir la votación temprana el domingo antes del día de elecciones, una práctica que había llevado a que una cantidad significativa de votantes de las minorías se dirigieran a votar en la elección de noviembre de 2008.
Tal vez lo más importante sea que el CNE ha establecido un sistema electrónico de votación transparente y sofisticado al que el ex presidente Jimmy Carter se refirió recientemente como “el mejor del mundo”.
Máquinas electrónicas de votación con pantalla táctil producen recibos en papel que confirman la selección del votante. Estos recibos son luego colocados en urnas electorales selladas que posteriormente pueden ser contadas a fin de verificar que los resultados electrónicos son exactos. Al terminar el día de la elección, miembros de la oposición y de los partidos pro gubernamentales realizan auditorías ocasionales de más de un 50% de las cajas que contienen recibos de papel, una muestra estadística mucho mayor de la requerida para eliminar la posibilidad de fraude. No es sorprendente que incluso votantes opositores hayan tenido pocas quejas sobre el proceso electoral – fuera de las largas filas, debidas a la masiva participación.
Al contrario, muchos sistemas de votación en EE.UU. son difíciles de auditar, y en la elección presidencial del año 2000 los resultados fueron tan disputados que tuvieron que ser decididos por la Corte Suprema de EE.UU.
Tuve el privilegio de monitorear varias elecciones en Venezuela durante los últimos años. Aunque hay mucha polarización política en el país, las elecciones son bien organizadas, con una participación masiva y son consideradas un asunto de orgullo nacional por la ciudadanía no importa cuál sea su inclinación política.
Puede que EE.UU. sea una nación económica y tecnológicamente avanzada, pero en el área de las elecciones, podríamos aprender una o dos cosas de Venezuela. Es inaceptable que el gran experimento estadounidense en democracia siga haciendo que sea difícil que tantos ciudadanos pobres y miembros de una minoría ejerzan su derecho político más elemental. Es hora de que nuestra nación trabaje en conjunto para asegurar que en cada Estado y en cada condado, todos los ciudadanos en edad de votar, elegibles, puedan registrarse y votar en una atmósfera libre de intimidación y de prácticas electorales incorrectas.

No hay comentarios: