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sábado, 28 de mayo de 2011

El Barça entra en el olimpo de los dioses


El Barça consiguió en Wembley su primera Copa de Europa y ha sido en el mismo estadio londinense donde se ha confirmado, por si aun quedaban dudas, como uno de los mejores equipos de la historia. No es solo una cuestión de títulos. El estilo, el encanto de un juego que supera todas las barreras. Aquí radica el éxito de los azulgrana. Son el mejor equipo de Europa hablando un idioma particular, inteligible para el resto de culturas futbolísticas.

El ‘Dream Team’, el origen de todo, se impuso sufriendo a la Sampdoria en 1992. Eto’o, Ronaldinho y Rijkaard, catorce años después, confirmaron su categoría pese a que Henry puso en muchos apuros a los azulgrana. En Roma, Guardiola y Messi permitieron renovar el título con más tranquilidad de la esperada. Pero ha sido en 2011 cuando el modelo ha logrado la excelencia con su imponente victoria sobre el Manchester United (3-1).

Un conjunto confirma que es el mejor cuando supera a los mejores. Y este Barça ha dejado en la cuneta al Arsenal del toque, al agresivo Madrid de Mourinho y al ManU, quizás el rival tácticamente más completo del torneo. Uno a uno, todos fueron aplastados por el rodillo culé y por un argentino genial que ha situado al Barça en el olimpo de los dioses del fútbol junto al Ajax de Cruyff y el Bayern de Múnich de Beckenhauer.

El balón lo es todo. Nadie es capaz de ganar un partido de fútbol si desprecia la materia prima de este deporte, si renuncia a crecer a partir del esférico. Así lo entiende el Barça y así lo quiso comprender un United que salió dispuesto a jugar de tú a tú.

No salió mal la apuesta inicial a sir Alex Ferguson. Sus Red Devils maniataron a los cerebros azulgrana, les quitaron el sustento y resguardaron el cuero para dominar todas las parcelas del campo. Fueron diez minutos de agobio constante para los pupilos de Pep Guardiola, que vivieron un panorama similar al de la final de 2009.

No había ocasiones claras, pero los futbolistas del ManU ahogaban al Barça y le obligaban a jugar de forma anti natural, con Valdés y Mascherano lanzando balones largos. El argentino ocupó la posición del capitán Puyol en el eje de la zaga y se contagió de los nervios de Piqué.

Valdés volvió a ser provindencial. Como lo fue en París y en Roma. El guardameta de l’Hospitalet, siempre concentrado, volvió a demostrar que es el ejemplo perfecto de la evolución del portero. Ya no es suficiente con parar, también es necesario ayudar en la construcción y, sobre todo, salir ejercer de líbero para rechazar los balones a la espalda de su defensa. Víctor se fue hasta la frontal de su área para despejar un balón que Rooney quería mandar al fondo de las mallas.

No les resultó sencillo a los azulgrana imponer su filosofía. La ansiedad se había apoderado de unos jugadores curtidos pero que, en su interior, eran conscientes de que solo ellos podía perder este encuentro. Hasta que se estableció un nuevo paralelismo con la final de hace dos años. Pedro, como Eto’o en el estadio Olímpico, gozó de una clarísima oportunidad aunque el canario no pudo enviar la pelota al fondo de las mallas.

Pero fue suficiente. Fue la chispa que prendió la mecha azulgrana. Xavi, Iniesta y Messi impusieron sus galones, sacaron a relucir sus balones de oro y se apoderaron del duelo. El Manchester había hecho una apuesta muy arriesgada que solo le sirvió 15 minutos. Era el momento del Barça, había llegado la hora de demostrar quién era el mejor. Fueron llegando, una tras otra, las oportunidades para los delanteros del Barça. A los ingleses no conseguían dar tres pases seguidos y Ferguson se desesperaba en el banquillo.

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