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jueves, 4 de noviembre de 2010

Graba su acoso y condenan a su empresa a pagarle 153.468 euros

La empresa de Artes Gráficas Margi de Arganda del Rey ha sido condenada a pagar 153.468 euros a un trabajador, Luis G., de 61 años, por acosarle al no querer jubilarse, según una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que revoca una sentencia anterior que exoneraba a la empresa. La sentencia ha sido recurrida en casación.

El tribunal considera como hechos probados las grabaciones de las conversaciones con el gerente que el demandante grabó sin que el responsable de la empresa lo supiera. El trabajador presentó una demanda de rescisión voluntaria de contrato por menoscabo de su dignidad.

En una de las conversaciones, el gerente de la empresa le dice al empleado que se acoja a la jubilación parcial, a lo que el trabajador se niega ya que supondría "una merma económica ya que la empresa no ha cotizado por la totalidad de las retribuciones que percibe".

Tras una de estas reuniones, Luis G., que había sufrido un infarto de miocardio en 1999 y en 2007 le habían colocado dos 'by-pass' en el corazón, sufre un desvanecimiento. El propio gerente le traslada al hospital y "se emite un juicio clínico de dolor torácico y aislado", tras lo que se le da la baja durante un mes y medio.

Al poco de volver mantiene una ternsa reunión de nuevo con el gerente, que el empleado también graba. "Eres el cuarto tío más caro de la empresa, con tu salario puedo meter a tres personas. Se te ha tratado bien porque eras el ojito derecho de mi padre, pero, ¿tú ahora te ves necesario?. Tú ahora mismo no sirves", le dice en una de las conversaciones el gerente. "El puesto de encargado se te ha quedado grande...aquí se va a hacer un ERE y tú ya sabes que eres uno de los principales candidatos".

El gerente también se refiere a su delicado estado de salud. "Estás cometiendo un suicidio al venir a trabajar porque tú no estás bien de salud..le estoy ofreciendo margaritas a los cerdos", asegura el responsable de la empresa.

Poco después mantienen otra conversación llena de tensión:

- Si yo soy un tío crío y no te tengo cariño y quiero que te vayas digo, joder, Luis se muere aquí y mira que bien, ni coste de prejubilación ni nada y por lo tanto no voy a ayudar a salvarte; hice todo lo contratio. Lo menos es que me dieras las gracias. Si no es por mí estabas en la tumba.

- En parte me puse mal por tí

- ¿Te pegué? ¿te agredí? si no estás en condiciones de venir a trabajar, si se entabla una conversación tensa, no vengas, date de baja

- Estuvistéis persiguiéndome día tras día para que me prejubilara y os dije que me dejárais en paz, que no me sentía bien

- Hablamos contigo porque sabes que a día de hoy eres un lastre.... yo ese día te vi y eras como un suicida, tú vienes a trabajar aquí como quien se quiere tirar de un barranco.... La riña tuvo como consecuencia que el empleado se cogiera una baja de seis dias y poco después denunciara a la empresa en el juzgado de Arganda del Rey.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid considera que "se le recuerda al empleado su dolencia para decirle que está cometiendo una especie de suicidio acudiendo a trabajar, lo cual expresa no como un consejo bienintencionado, sino como una especie de admonición para lograr vencer la resistencia del actor a la oferta de jubilación parcial".

"Este comportamiento es muy grave y culpable y máxime cuando incide en una factor de discriminación, cual es la edad del trabajador", concluye la sentencia, avanzada por el blog laboro, que recuerda que la empresa denunciada deberá pagar la misma indemnización que si le hubieran hecho un despido improcedente, pudiendo además cobrar el paro a posteriori.

Al estar recurrida, sin embargo, la sentencia, Luis sigue trabajando en la misma empresa hasta que haya un fallo definitivo. "Las conversaciones que se grabaron no son las peores; mi marido se pudo haber muerto", asegura Inés, su mujer, que recuerda como día tras día se reunían con él para "machacarle" poco a poco pese a estar entonces medicado por sus dolencias cardiacas. "Quería que perdiera 700 euros que le correspondían", explica.

"Ahora los jefes le ignoran en la empresa, y les dicen a los demás que él no es nadie; y esta situación todavía durará seis meses más", se lamenta la mujer, que espera para entonces un fallo definitivo.

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