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jueves, 21 de octubre de 2010

CHAMPIONS | El Barcelona derrota a un peligroso Copenhague (2-0)


El Barcelona sufre y gana. El líder del grupo D de la Liga de Campeones, el Copenhague, cayó en el Camp Nou como lo había hecho el sábado el primer clasificado de la Liga española, el Valencia. Pero para que en estos comienzos de curso suceda lo que se considera natural en las previas, la victoria local, el equipo de Pep Guardiola debe someterse a una tortuosa espiral de lamentos. Y es que el dominio azulgrana subsiste, pero se viene abajo cuando avanza la noche. Por el aspecto físico y porque, si no marca Leo Messi, autor de los dos de esta noche, ni Andrés Iniesta, excelso en la interpretación del juego, ni David Villa, otra vez tan cerca del gol como despojado de su gracia, en este Barcelona todo resulta incierto. [Narración y ficha técnica]

Messi apareció pronto, a los 19 minutos, para enganchar su vagón azulgrana al tren del triunfo. Y reapareció tarde, con los 90 bien pasados, para finiquitar el baile de su equipo con la angustia. Para la primera obra, Iniesta le cedió un pase atrás y, desde la frontal, con espléndido zurdazo, el argentino minó la resistencia de un portero, Wiland, que ya había pasado por momentos de dificultad: una caricia de Villa a una pelota que lo había superado y se estrelló en el larguero, un zurdazo de Maxwell y un remate de cabeza del 'Pulga'. Para el 2-0 tardío inició la jugada, falló el tiro, Abidal pegó muy mal a la pelota y ésta llovió junto al argentino dentro del área pequeña.

Los goles curan heridas, levantan espíritus decaídos y alimentan nuevas expectativas. Parece claro que al Barcelona le sobra fútbol para marcarlos, y oportunidades, pero no da con los segundos, décimas o centésimas para convertir la probabilidad en hecho. A Villa no le brillan los remates, será el estrés o la mala suerte, o la adaptación. Da pena verlo salir del campo antes del final, extenuado de intentarlo, de abrir huecos, de producir remates que se escapan por un pelo.

No es muy arriesgado afirmar que con el tiempo, el Barcelona podrá quitarle la sordina a los instrumentos de su orquesta. Y que de momento debe conformarse con seguir la estela del Madrid en la Liga y dominar como ya hace su grupo de Champions.

Pero queda camino. En esta competición, el Copenhague lo recibirá dentro de dos semanas, el 2 de noviembre, con la idea de que este Barcelona puede caer. Es un buen equipo. Se plantó bien en el Camp Nou, adelantó sus líneas como pocos equipos se atreven a hacer en este estadio, sufrió una primera parte en la que pudo salir goleado, pero enseñó que tiene tres líneas muy bien armonizadas, que su defensa monta la línea muy arriba y es muy difícil de superar sin caer en el 'orsay' y que tanto por las bandas como por el centro tiene jugadores de calidad notable y velocidad sobresaliente: el viejo Gronkjaer por la derecha, la bala de N'Doye, el lateral izquierdo Wendt, el punta Santin...

El Copenhague pasó el apuro del mejor periodo azulgrana con un solo gol en contra y, a la hora de partido, su entrenador, Stale Solbakken, el Mourinho noruego que no conocía la derrota este año, metió en la cancha a otro galgo campeón, Bolaños. Su aportación hizo aún más daño a un Barcelona cojo por ese lado con las subidas de Alves. El dominio barcelonista no desapareció, pero fue interrupido en un par de ocasiones por las contras danesas, cada vez más amenazantes. N'Daye envió un recado al larguero de Pinto, que estaba ya batido y a continuación, Sentin tuvo el gol en su cabeza y se le escapó. El portero azulgrana, debutante en Champions a los 35 por enfermedad de Valdés, apenas intervino, pero se vio dos veces en una posición complicada para resolver. Otro ejemplo: un tiro de Kvist desde el círculo central que en algún momento tuvo vocación de gol de la jornada.

Al final llegó la tranquilidad del cuarto gol de Messi en tres partidos de Champions, aunque bien podía haberlo hecho antes, en un baló que Alves tiró al palo. En los últimos minutos habían entrado al campo Xavi y Pedro, sorprendentes suplentes de un equipo que Guardiola había reconstruido antes de empezar con Mascherano -buena prestación- en el centro y a su izquierda Maxwell, por delante de Abidal.

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