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viernes, 7 de mayo de 2010

Obama promete impulsar la reforma migratoria

Empezó con un "¡viva!" y prosiguió con un "buenas noches a todo el mundo" en español. "Gracias por estar aquí, aunque sé que probablemente muchos de vosotros preferiríais estar viendo jugar a los Spurs contra Los Suns de Phoenix". Los Suns, así dicho, con el artículo definido masculino plural del castellano. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aprovechó la celebración en la Casa Blanca de la fiesta del Cinco de Mayo para reiterar su mensaje de compromiso con una reforma migratoria exhaustiva. "Quiero comenzar a trabajar este año y quiero que tanto los demócratas como los republicanos colaboren conmigo". Prácticamente al otro lado del país, en Arizona, el equipo de baloncesto de la ciudad de Phoenix decidía saltar a la cancha con su nombre un poco modificado: Los Suns. Ganaron Los Suns 110-102.

No es muy común que los dueños de los equipos deportivos se impliquen en asuntos políticos y menos tan controvertidos. Pero el propietario de los Phoenix Suns, Robert Sarver, ha querido con la iniciativa "honrar a nuestra comunidad latina y la diversidad de nuestra liga; al Estado de Arizona y a nuestra nación". La NBA apoyó la idea de cara al segundo partido de las semifinales de la Conferencia Oeste. Y Obama la saludó efusivamente en su discurso.

No podía haber mejor jornada baloncestística. Ni mejor día para referirse a la emigración que en la tradicional recepción que organiza la Casa Blanca con ocasión del Cinco de Mayo, la fiesta con la que México conmemora la victoria contra los franceses en la batalla de Puebla en 1862. Obama aprovechó la plataforma que se le ofrecía en la noche del miércoles para arremeter contra la ley antiinmigrante firmada a finales de abril por la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, y que, por primera vez en la historia de este país, permite a la policía detener y castigar a un ciudadano por el simple hecho de ser un inmigrante sin papeles. "No podemos discriminar a las personas por su aspecto, ni convertir a ciudadanos que respetan la ley o a inmigrantes que han cumplido a rajatabla las reglas, en objetos de sospecha y abuso", declaró un Obama serio, que dejó a un lado, por un momento, las bromas y el desenfado. El compromiso de Obama llegaba después de que la semana pasada se desatase una polémica tras las palabras del presidente que apuntaban que quizá el Congreso no tenía "apetito" para enfrentar la necesaria reforma migratoria tras un año en el que se ha desgastado terriblemente con la aprobación de otra gran ley, la sanitaria.

Reconociendo que no va a ser una labor fácil -y menos en un año en el que se juegan muchos asientos en el Senado y la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad de mandato de noviembre-, el presidente se mostró confiado en que se puede lograr. "Porque es necesario". La ley de Arizona deja en evidencia "por qué hay que cerrar la puerta a este tipo de medidas mal concebidas y cumplir con nuestras obligaciones" de legislar para legalizar a los más de 10 millones de indocumentados que residen en el país.

Deleitándose con el guacamole y haciendo tacos con las tortillas de maíz se encontraban personalidades de origen latino como la secretaria de Trabajo, Hilda Solís; el senador Robert Menéndez, de Nueva Jersey; el congresista Xavier Becerra, de California; y el embajador de México en Washington, Arturo Sarukhán. "Que tengáis una buena fiesta", se despidió Obama. "Podéis hacer tanto ruido como queráis", dijo el presidente que fue matizado por su esposa, Michelle, que advirtió: "Podemos oíros". "Es verdad, podemos oíros", tuvo en cuenta el mandatario. "Así que si se hace muy tarde y seguís de fiesta os echaremos a la calle, ¿Está claro?".


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